Hace años en una larga plática con Griselda Álvarez, la primera mujer Gobernadora en México, le pregunté ¿cuál era, desde su punto de vista, el principal problema de las mujeres en México? Su respuesta fue inmediata: “la violencia del hombre contra las mujeres en el hogar, que tiene lugar lo mismo entre las familias mas pobres, las de clase media y las que tienen importantes recursos económicos, lo mismo en el campo y las ciudades, y pueden llegar a los golpes y el asesinato”. Esto es parte de la vida de México, no como lo afirmara el presidente López Obrador en el sentido de que las familias en nuestro país son distintas, negando desde hace más de un año que hay violencia familiar.
En el centro de la frase mil veces repetida de “Rompa el pacto, señor Presidente” está y estará la demanda de las mujeres en contra de la violencia de género, que no puede, por mas que se quiera, ser soslayada: prevalecen los feminicidios, las agresiones sexuales, económicas, psicológicas, las violaciones y todo tipo de violencia machista contra las mujeres. Y frente a todo ello que crece con cifras escalofriantes está la ausencia de protección institucional.
Las marchas del 8M responden y reflejan un movimiento social enorme de mujeres, de cientos de organizaciones que convergen en un solo clamor: cese de los feminicidios y la violencia patriarcal contra las mujeres, igualdad y respeto. Se olvida que las mujeres son el 51% de la población y de los votantes en México. El actual movimiento social de mujeres incluye todos los estratos sociales, destacando las jóvenes. Puede afirmarse que es algo nunca visto, con una dinámica y una fuerza que no cesan en incrementarse, pero frente a las cuales se carece de una política definida de gobierno que permita avanzar en reducir la violencia contra las mujeres, que va en aumento permanente sin que la autoridad tenga una política definida y congruente. Hay cuestiones machistas ofensivas para la sociedad y las mujeres como es la posible candidatura en Guerrero de Félix Salvado Macedonio, acusado de violación de varias mujeres y que ha desatado gran rechazo, pero a la vez apoyo por parte de la dirigencia de Morena y una posición ambivalente y ofensiva para las mujeres por parte del Presidente con aquella frase de “Ya chole”, o sea dejen en paz el tema y a Salgado Macedonio. Probablemente en unas horas quede definido si se mantiene o no esa candidatura por parte de Morena.
El pasado lunes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se manifestó en México el movimiento de mujeres más grande e incluyente en la historia del país, aunque el presidente López Obrador parece no haberse dado cuenta de su dimensión y trascendencia. Y frente al cual, sólo se construyó un muro para cercar Palacio Nacional donde se encerró considerando al movimiento una amenaza. Mostró claramente que no hay empatía con el sufrimiento de las mujeres. Y lo peor, que considera y trata al movimiento como enemigo, al afirmar que está siendo manejado por la derecha, por sus enemigos. No se reconocen las demandas de las mujeres ni la dimensión política de un movimiento nunca antes visto en México. Y lo peor, el Presidente califica la marcha como acto de provocación abierto. No hay diálogo con las mujeres, no hay política nacional ni local para apoyar y garantizar su seguridad. En la Ciudad de México hay algunos esfuerzos de Claudia Sheinbaum aunque insuficientes.
Las agresiones contra mujeres, los feminicidios, tienen ya repercusiones en el extranjero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que en México 1 de cada 4 mexicanas es objeto de violencia física o sexual por parte de acompañante íntimo (pareja). Alerta la OMS sobre la elevada tasa de violencia de pareja. Es necesario el diálogo del Ejecutivo con una representación de colectivos de mujeres, son necesarias políticas que frenen las agresiones contra mujeres, con la construcción de políticas indispensables de protección oportuna.
El muro construido alrededor de Palacio Nacional fue bien aprovechado por el movimiento: se colocaron ahí los nombres de mujeres asesinadas, desaparecidas…ESCALOFRIANTE ahí quedaron las flores, las velas, los nombres que cubrieron el muro de la ignominia para no olvidar a cientos, miles de mujeres asesinadas, desaparecidas, violadas, masacradas, quemadas, buscadas con desesperación por sus madres en distintos estados de la República, que con palas se movilizan, caminan, excavan para encontrar los restos de sus hijas, hermanas, amigas “desaparecidas”, torturadas, violentadas: encuentran restos aquí y allá. El pasado 8M ahí estuvieron y se mantendrán los reclamos. En el corazón mismo de la Ciudad de México frente a un Palacio amurallado. Miles de mujeres hicieron escuchar también su protesta en las calles de otras ciudades. Hubo sí algunas provocaciones de infiltrados.
Las mujeres del 8M protestan también, y con razón, por los cierres de guarderías que afectan a trabajadoras y a sus niños, la disminución de recursos para los Refugios. Son instituciones importantes para la seguridad de mujeres amenazadas y que quedan desamparadas ellas y sus hijos, ¿por qué? Son instituciones indispensables.
No caben las descalificaciones contra las mujeres, en el sentido de que son una amenaza, que son violentas sin razón, y basta ya de provocadores que buscan mostrar que se trata de protestas violentas. A nivel internacional se reconoce como un enorme drama lo que acontece en México: los feminicidios y las violencias contra las mujeres.
Dicen los dichos del pueblo sabio que no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.