Con decisión y un gabinete integrado con profesionales en todos los campos, el gobierno del Presidente de EU, Joe Biden, enfrenta cuatro crisis simultáneas en un escenario político complejo si se considera la posición de la mayoría de los legisladores republicanos que se mantienen fieles a Trump, pero a pesar de todo y reacios a construir acuerdos, lo que en el mediano y largo plazo les costará: un partido sin principios y sin política que marcha todavía al son que le toca ya no el Presidente sino peor aún el expresidente que enfrenta un juicio (Impeachment) con el voto en contra de la mayoría de los senadores republicanos. Por lo visto, se mantendrán reacios a construir acuerdos con los demócratas que tienen una endeble mayoría en la Cámara de Representantes (de sólo cuatro escaños) y un empate en el Senado de 50 a 50 con el voto favorable de la vicepresidenta Kamala Harris que rompería el empate a favor de los demócratas, pero cuyo voto no será suficiente cuando la votación requiera un número mayor de votos republicanos en la Cámara Alta como es el caso del Impeachment. El racismo y el supremacismo blanco y un país dividido son la herencia de Trump.
El presidente Biden lleva adelante una agenda amplia con Órdenes Ejecutivas y con proyectos de gobierno para revertir políticas de su antecesor. Aborda cuatro crisis: la del Covid que ha costado un número muy elevado de muertos por mal e irresponsable manejo de la pandemia. La OMS considera a EU el país con el peor manejo de la pandemia. Biden tiene ya un nuevo programa para atender la pandemia y avanza con el maratón de la vacunación masiva contra el Covid-19, de manera ordenada y a buen paso.
Una crisis y desafío mayor que Biden se ha planteado como una prioridad es la unificación del país, el fin de la discriminación y del racismo. Trump dejó un país dividido como no lo había estado desde 1876, en los años de Abraham Lincoln, un país donde alrededor del 80% de sus seguidores creen en la gran mentira de que las elecciones fueron robadas. EU es hoy un país dividido con violencia, racismo, supremacismo blanco organizado, que llevó por primera vez en la historia de EU a la toma violenta del Capitolio, lo que no sucedió ni en la Guerra Civil. La insurrección del 6 de enero fue alentada y dirigida por Trump que enfrenta el Impeachment.
No es sencillo reconstruir al país, a un Estados Unidos dividido con el tejido social dañado, con una discriminación creciente lo mismo en contra de los afroamericanos, que de los latinos, los asiáticos o los árabes. Para Biden esta es una tarea central, en la que seguramente tendrá el apoyo de los estados en contra de las discriminaciones raciales (los que se consideran Estados Santuarios, por su defensa en contra de la persecución y la discriminación de minorías raciales, como son por ejemplo California o Nueva York.
En cuanto a la migración, Biden se ha planteado un programa amplio en el que destacan dos cuestiones. La primera y mayormente profunda y compleja es la de los migrantes indocumentados, que durante el gobierno anterior fueron perseguidos, amenazados, detenidos, deportados, separados de sus familias, los padres de los hijos; es necesaria y urgente una reforma migratoria. Biden ya emitió una Orden Ejecutiva para impedir la separación de padres e hijos, y para localizar a los que aún se encuentran separados.
El tema de una mayor importancia será una nueva ley migratoria aún en preparación, es decir que no se ha presentado como tal y que tendrá que pasar al Congreso para su aprobación, que es que los indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos puedan iniciar un trámite largo que les permitirá obtener la ciudadanía en 8 años más. No será sencilla su aprobación en las dos Cámaras, sobre todo porque quienes se oponen argumentan que se invitaría a una nueva ola de migrantes.
El tema de la migración sigue siendo asunto central que deberá ser abordado. Los gobiernos de EU y de México coinciden que lo que se requiere en los países de Centroamérica: Guatemala, Honduras y El Salvador, desde donde se prepara el viaje de nuevas caravanas hacia Estados Unidos, es el apoyo para el desarrollo de estos países y para combatir la violencia que empuja a muchas familias a abandonar sus países y buscar una vida mejor. Hacen falta recursos, pero sobre todo liderazgo para construir acuerdos de inversión, para garantizar el trabajo, sustento y seguridad de las poblaciones de la región que también deberán contribuir a ello. Aunque con otra problemática, hay que recordar el acuerdo de Contadora en los años 80. Hace falta liderazgo para que se pueda avanzar, hace falta compromiso y participación de los gobiernos y organizaciones de los países, no se trata sólo de ir a sembrar arbolitos, sino de proyectos serios, de compromisos para el corto, mediano y largo plazos.
Mientras tanto permanece pendiente el problema de la frontera de México con EU, del programa de Quédate en Casa, que mantiene a mucha gente del lado mexicano de la frontera en condiciones deplorables y violatorias de derechos humanos. No dividir sino reconstruir frontera, ciudades hermanas, esa es la tarea en la frontera norte de México con Estados Unidos y sur con Guatemala. Y se requiere sin duda la participación de Washington. La tarea pendiente es reconstruir no sólo detener caravanas.