El pasado 30 de abril, mujeres vestidas de negro en la Ciudad de México y en otras ciudades del país protestaron y lloraron, exigiendo justicia y poner fin a los asesinatos y feminicidios: la demanda y la protesta encendida por la muerte de miles retumbó durante horas, en diversas ciudades, al grito de “ni una muerta más”: Llevaban fotos de mujeres asesinadas o desaparecidas, exigían justicia a las autoridades obligadas a protegerlas, responsables de la seguridad de los ciudadanos, desde el Presidente, gobernadores, autoridades municipales, Fiscalías…
En México continúan aumentando los asesinatos y feminicidios de mujeres jóvenes, en su mayoría, e incluso de niñas. La cifra al 30 de marzo alcanzaba la escalofriante cifra de 12 mil 586 incluyendo feminicidios, asesinatos y desaparecidas, de acuerdo con estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNPSP) con base en reportes de las Fiscalías. Los feminicidios ocupan la cifra más elevada. Se calcula que 10 mujeres son asesinadas diariamente. En su mayoría han sido feminicidios en los hogares.
Las cifras de la tragedia de decenas de miles ponen sobre la mesa la urgencia y la obligación de las autoridades de garantizar medidas seguridad para las mujeres y sus hijos (así como para todos los ciudadanos), que en plena crisis han disminuido ya que fueron eliminadas, como ha sido el caso de las guarderías para niños que permitían a sus madres trabajar, y los refugios para mujeres en peligro, que quedaron casi sin recursos económicos necesarios, por lo que se disminuyó gravemente la función protectora de mujeres e incluso de sus hijos, cuando corrían peligro de golpes y muerte. Lo peor es que la mayoría de las mujeres asesinadas lo fueron por sus parejas, es decir, en feminicidios que han tenido un alza vertiginosa. Es evidente la necesidad de los refugios y las guarderías. Las cifras de asesinatos y feminicidios manifiestan claramente la necesidad urgente de fortalecer políticas públicas de protección y de apoyo a las mujeres, jóvenes o niños en peligro.
Es difícil entender por qué, por ejemplo, en la Ciudad de México, las alcaldías no cuentan con los programas, políticas y recursos de acción inmediata, como en general tampoco cuentan con ellos las autoridades federales o locales.
Lo primero sería diseñar y accionar políticas de respuesta inmediata de protección, a partir de una llamada o una denuncia sobre la gravedad de lo que está ocurriendo. Es evidente que algunos (no pocos) feminicidios podrían no haber ocurrido cuando se había hecho una denuncia y las autoridades esperaron que la mujer denunciante del peligro en que se encontraba, volviera para refrendar su denuncia. También la desaparición podría convertirse en el crimen perfecto. Mientras, nada ni nadie la protegió antes de ser asesinada. Las señales de alerta requieren un seguimiento o una respuesta activa. La denuncia de una desaparición debe tener un seguimiento inmediato, no esperar días y días, pues el tiempo hace más difícil la localización.
Políticas públicas en defensa de las mujeres y las niñas antes de ser asesinadas son imprescindibles. Y para ello hay que desarrollar proyectos de defensa oportuna, viables y realistas. Experiencias de otros países, por ejemplo, europeos, pueden ser útiles para desarrollar medidas de protección que garanticen la seguridad de ciudadanos en peligro.
Que la protección puede ser costosa, es cierto, pero vista desde cualquier ángulo es menos costosa que la vida de las personas. Y la protección es también una obligación de las autoridades para la seguridad de todos los ciudadanos.
Por otra parte, y para comenzar por el principio, sería necesario el diálogo de las autoridades con los ciudadanos para construir políticas públicas. Por ejemplo, sería importante que el Presidente se reuniera con organizaciones femeninas y de derechos humanos, como algo indispensable para construir políticas públicas de seguridad a partir de realidades y trabajo con expertos. El asunto es sumamente serio si se considera su importancia cuando ya México alcanzó la cifra más elevada de feminicidios y asesinatos: 12 mil 586 muertes, en su mayoría jóvenes y niñas que perdieron la vida. México alcanzó así la cifra más elevada de feminicidios y asesinatos, de acuerdo con estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNPSP), con base en reporte de las Fiscalías.