La declaración está hecha. Suenan los tambores. El mensaje es claro. La advertencia es inequívoca. En veinte días comenzará a materializarse.
Es la guerra. Será la guerra.
El general prusiano Carl von Clausewitz la teorizó así: “la guerra es la continuación de la política del Estado por otros medios”.
Donald Trump, inmediatista, pragmático y autoritario, la concretará como: “la política es la guerra comercial de Estados Unidos por todos los medios”.
En la tan temible como cercana fecha del 20 de enero, desatará las hostilidades.
Para ello, el reelecto presidente norteamericano ha cubierto sobradamente la primera etapa: ganó la guerra psicológica sin haber jurado el cargo.
Lo hizo en días, con base en un arma de incomparable destructividad: la palabra.
Que apoya, por supuesto, en los inconmensurables recursos que poseerá.
Con ella, difundida a través del inestimable aliado que tiene en las redes sociales, ha internalizado el miedo en todos.
Con ella, tiene aterrorizado al mundo.
Con sus mensajes, debilitó sicológica y moralmente a la mayoría de países, en especial a quienes considera sus “enemigos” en el ámbito comercial.
China y otras potencias serían la excepción. Se defenderán.
A los más, los hizo altamente vulnerables. Debilitó su ánimo sólo con hacerles saber sus intenciones.
Los predispuso para la derrota o para eludir el enfrentamiento.
Los alertó para que no den una pelea que nunca ganarán.
Los ha inducido a acatar sus lineamientos y sus políticas.
Su juego es uno: lo harán por las buenas. O por las malas. Por voluntad. O por fuerza
Cada cual medirá los costos y las consecuencias.
Sentó las bases de su victoria. Podría estar instaurando una nueva modalidad bélica.
No importa qué y cuánto digan los países que se declaran soberanos, independientes y dignos.
Sus gobernantes saben muy bien –y si no, qué lamentable–, que para Trump no habrá límites de ninguna especie.
El Derecho que algunos ingenuos se aprestan a oponer a las decisiones que no les convengan o no les gusten, no servirá de nada.
Pasará por encima de cualquier norma. No va a tener, como nunca ha tenido, misericordia por nadie. Jamás lo conmoverá el dolor ajeno.
Echará de su territorio a cuantas personas considere innecesarias. Indeseables. Peligrosas.
Se quedará con quienes le sirvan para reafirmar su liderazgo mundial. Ya lo dijo su principal brain trust, Elon Musk.
El dueño de X, Tesla, X-Space, pondrá a su disposición todo lo que tiene. El posible uso de la Inteligencia Artificial, sería terrorífico.
Donald Trump hará cualquier cosa de la que esté convencido que es benéfica para su país.
Ningún ciudadano que perciba eso podrá reprobar sus acciones.
Así sean inmorales para otros.
Si para los norteamericanos su presidente recurre a cualquier medio para mantener y elevar su nivel de vida y protegerlos, lo que sea de lo que eche mano estará justificado.
Impondrá los aranceles que le aventajen para evitar la competencia, el crecimiento y el desafío de otras economías.
México –especialmente– junto con Canadá, serán sus primeras víctimas.
La guerra que previsiblemente va a desencadenar Trump, partió de la persuasión.
Para que se convenzan los que quieran. Los que no lo hagan, que se atenga a las consecuencias. Les hará sentir su iracundia.
Bloqueos comerciales. Animación de subversiones. Financiamiento de grupos armados. Venta de armas. Acción directa, son tácticas de disuasión que nadie debe descartar.
La preponderancia que tiene Estados Unidos en todos los ámbitos, sólo puede recrearse con el comercio. El dinero que genera como base de su poder, no querrá perderlo a ningún costo.
Por su Dios Dinero, verá como enemigos a todos. Que nadie intente sobreponérsele. Lo impedirá por todos los medios.
Es la guerra. Será la guerra.
Una guerra de uno contra (casi) todos.
Como en el Estado de Naturaleza, ganará y prevalecerá el fuerte sobre el débil. Sólo regirá esa ley.
Cada país, tenga o no qué ver con Estados Unidos, debe haber calibrado ya sus fuerzas. Las repercusiones de todas sus acciones serán planetarias.
¿Apocalíptico? Así parece. Así podría ser. Ojalá que NO sea así.
Quizá la mejor batalla es la que no se tiene que dar. Mas, ¿cuántas naciones tienen esa alternativa?
La guerra comercial que ya está aquí, será no convencional. Sin armas de destrucción inmediata. Pero en ningún momento pueden ser descartables.
Por ahora, el belicoso tendrá como herramientas la expulsión de migrantes, la imposición de más aranceles y el combate al narcotráfico.
Vistas en toda su dimensión, esas “armas” apuntan a ser más crueles.
Porque los indocumentados no tendrán la oportunidad de hacer vida mediante un empleo. Sufrirán penurias. Maltratos. Sacrificios.
Porque tarifas más altas a las importaciones, derivarán en desocupación, cierre de empresas. Hambre. Desesperación.
Porque la posible captura de capos, que no invasión --en el caso de México--, generará violencia y muertes colaterales, aún de inocentes.
¿Tienen opción los gobiernos de países que no han resuelto la permanencia de sus ciudadanos en sus lugares de origen?
¿Pueden negarse a hacerse cargo de ellos si Estados Unidos no los quiere en su geografía y deja de comerciar con ellos?
¿Hay algo que puedan hacer para impedir que el Imperio descabece a los cárteles del crimen organizado en su misma cuna?
Donald Trump tiene un poder como quizá nadie antes en la historia de la Humanidad.
Está dispuesto a utilizarlo para mantener a su país como hegemón.
Todo apunta a que va a imponer un Nuevo Orden Mundial.
Que sea altamente favorable a Estados Unidos. Nadie podrá frenarlo.
Hasta ahora, ha apelado a la amenaza, la presión y el chantaje.
Pero nada evitará que, prácticamente en unas horas, empiece a cosechar lo sembrado.
En las primeras órdenes ejecutivas que firmará una vez que haya asumido el cargo, verá las verdaderas reacciones de los países que tiene en la mira.
Pulsará con certeza su disposición a observar una actitud anuente y en línea con su voluntad. Es lo que espera.
Sabrá quiénes intentarán oponer resistencia. Irán a una lista negra.
Hará lo que sea para “alinearlos”. Para someterlos.
No es improbable que tome decisiones “ejemplares” para ahondar el pavor en los que se vean tentados a desafiarlo.
Con Donald Trump comenzará una Nueva Era. El mundo dará un vuelco. Y para miles, quizás millones de seres humanos… muy probablemente será mortal.
Línea de Fuego
El himno, los botones de alerta, los discursos patrioteros, las estrategias mediáticas, los desplantes verbales, las advertencias de revueltas sociales en México por el riesgo de “invasión” de Estados Unidos para capturar a los grandes capos, las aclaraciones o desmentidos, son verdaderamente lastimosos. ¿Tiene alguien del poder moreno, cara para pedir unidad a los mexicanos cuando no ha hecho más que dividirlos?... Dante Delgado, Jorge Álvarez Máynez y Antonio Carreño, líderes de MC, deberían ser investigados, junto con la alcaldesa de Coalcomán, Anavel Ávila, por los evidentes nexos que ésta ha tenido con el CJNG. ¿O serán tan cínicos, que dirán que nada sabían?... Contitucionitis, es la enfermedad que padecen los legisladores de la “mayoría” con tantos cambios que en tiempo récord han hecho a la Carta Magna. Lo peor es que su afección tenderá a agravarse en cuestión de días.