Pese a lo que dijo la presidenta Claudia Sheinbaum hace unos días de que “el fin No justifica los medios” para repudiar la detención de Ismael “El Mayo” Zambada, Estados Unidos siempre se apegará a la máxima más conocida de Nicolás Maquiavelo y sobre ella deberá encarar la relación de su gobierno con el de Donald Trump, que comenzará dentro de dos meses.
La justificación o no del uso de los medios –sobre todo la fuerza como última ratio (última razón)– para alcanzar un fin, tiene dos visiones y se reducen a indagar cuál es éste para saber si es bueno o malo apelar a cualquier recurso que permita su realización.
Cuando se recurre a todos los medios estatales mirando al bien general, su uso no puede ni debe tener ningún límite, ni siquiera moral; cuando se los esgrime para alcanzar un interés particular, grupal o de facción, son absolutamente inadmisibles, inmorales y repudiables.
Por el Estado (la mayoría), ¡todo! Por los particulares (los menos), ¡nada!
¿Por qué, con toda la desinformación que ha rodeado el caso del capo, su detención, para Estados Unidos, está ampliamente justificada?
Por la sencilla razón de que lo hizo, así haya sido con una alta dosis de ideología, en defensa de sus ciudadanos. Cuando se ve por ellos –el Estado encarnado y objetivado–, donde sea, siempre se aceptará cualquier decisión y no será necesario dar explicaciones.
El dato de que la exportación de fentanilo a la Unión Americana ha matado a más de 100 mil ciudadanos, fue la base para que las autoridades estadunidenses hicieran todo lo que hicieron para tener en su poder a un hombre que, por décadas, ningún gobierno vio ni molestó en México.
Las versiones de que la estrategia de abrazos no balazos sirvió de protección a los cárteles de la droga y la evidencia de que en la administración AMLO no se vieron acciones decididas ni decisivas en contra de mayor cáncer que correo a nuestro país, confirmarían que se les otorgó un status de alta permisividad, inmunidad e impunidad.
La postura de Estados Unidos hacia México era muy simple: “si tú no haces algo contra los criminales y mantienes a tus ciudadanos en estado de absoluta indefensión, es tu decisión. Pero si derivado de la actividad de esos grupos los de mi país están muriendo y tú no haces nada, lo haré yo”.
Para eso, nadie iba a pedir permiso a nadie. Los temores de casi seguro encubrimiento a, y/o de complicidad oficial con la delincuencia organizada,
nunca han sobrado. Es claro que no se pondría en riesgo la misión de su detención por la probabilidad de que algún soplón con información quisiera aprovecharla.
Por eso, la cándida solicitud de información que Claudia Sheinbaum hizo al presidente Joe Biden en Brasil sobre la detención de Zambada, aprovechando su encuentro en la Cumbre del G-20, nunca tendrá respuesta; menos en el supuesto de que se considere no como un tema de Estado, sino personal, o del interés de otro personaje que, temeroso, se mueve en las sombras.
Si el gobierno de Estados Unidos en cualquier otro caso aquí, o en otro país se ajusta a la referida sentencia de El Florentino, pero lo hace en procuración de bienestar para sus gobernados, de los suyos no sólo no recibirá condena, sino que será objeto de reconocimiento y alabanzas. Lo que se piense fuera, lo tendrá siempre sin cuidado.
Esta perspectiva ha tenido su contraria en nuestro país con base en condenas, repulsas y reproches formulados desde el más alto nivel; el presidente anterior y su sucesora, han expresado en diversas ocasiones su inconformidad por el hecho. Las razones para sostener su posición, es la unilateralidad, que conlleva, según ellos, incomprensión, ausencia de colaboración y coordinación, enemistad.
¿Tuvo razón en su momento AMLO al inconformarse porque --usando todos los medios--, Estados Unidos se haya llevado a “El Mayo”, ¿ignorando por completo a su gobierno en todas las formas? ¿La tiene ahora Claudia Sheinbaum aduciendo que “el fin No justifica los medios”?
El embajador Ken Salazar declaró al respecto que México debería considerar la captura de narcotraficante como una victoria. Si es así como lo asumen en su país por liberar al mundo de una amenaza, ¿no debería dársele la razón aquí, más allá de falsos y desacreditados discursos nacionalistas y soberanistas de los que suelen echar mano cínicamente los políticos como expresión de “dignidad”?
En tratándose del bienestar de la sociedad y de la hegemonía norteamericana, los gobernantes del vecino país no han tenido ni van a tener reservas, atenciones o expresiones de delicadeza de ningún tipo con México, por más que, como la presidenta, se invoquen derechos humanos, Estado de Derecho, soberanía, Constituciones.
Sobre la inalterable idea del predominio mundial que ha regido siempre la política estadunidense, la perspectiva de la relación México-Estados Unidos a partir del retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, es muy clara: sus fines, Sí “justifican” todos los medios. ¿Cuántas veces lo ha demostrado? ¿Por qué ha de dejar de hacerlo cuando están de por medio sus intereses?
Por lo pronto, el anuncio de que el próximo presidente utilizará el Ejército para expulsar a millones de migrantes, está hecho. Trump no se detendrá ante
nada porque, el bien que busca con ello, es perceptible y aceptable; deseable y respaldable por quienes lo eligieron y en ese, como en cualquier otro caso, tendrá su apoyo.
El extraordinario resultado electoral que el magnate alcanzó en los comicios, la mayoría que tendrá en la Cámara de Representantes y en el Senado, la batería de nombramientos de halcones en su gabinete, radical y abiertamente identificados con la rabiosa y oprobiosa posición pro imperialista que como nunca hará sentir Trump alrededor del mundo, son señales inequívocas de que, en su política, sobre todo hacia México, “el fin Sí justifica(rá) los medios”.
Línea de Fuego
Es indudable y obvio que Andrés Manuel López Obrador sigue presente en la política. En su decisión de imponer a Rosario Piedra al frente de la CNDH para un segundo periodo, se vieron claramente sus garras, que no pocos congresistas advirtieron y prefirieron evitar reptando ante él aún a costa de traicionar a la presidenta de la República. Su impudicia e hipocresía, se vio al “darle su apoyo” en Palacio Nacional al día siguiente de que le asestaron la puñalada…Son tantos los excesos de Ricardo Monreal, que en la Facultad de Derecho, donde dice que imparte cátedra --¿acaso enseñará “El ABC del cinismo y el enriquecimiento públicos”?--, se está gestando un movimiento que recolectará firmas que eventualmente serían presentadas ante las autoridades con la petición de que se tomen las medidas pertinentes para frenar el desprestigio que, con sus desplantes, actitudes y declaraciones, está causando a la UNAM. Se podría incluso pedir su expulsión, aunque eso sea improbable. Con todo lo que le debe, quizá su incondicional, Pedro Haces, salga en su “defensa”…¡Qué bueno que Claudia Sheinbaum haga presencia en foros internacionales! Sería mucho mejor vista si sus propuestas, como la de sembrar vida en lugar de sembrar odio y salvar al planeta, fueran compatibles con la realidad que se vive en México.