La obra más grande que se haya construido en México en varias etapas desde su Independencia (1812, 1824, 1857 y 1917), está a punto de quedar completamente demolida. Convertida en escombros por la desconstitucionalización que está en curso, será sinónimo de servidumbre y sometimiento. De consumarse, será el drama, la tragedia, la involución, el final.
Sin Constitución, base de la razón, el hombre es la peor de las bestias; sin esa guía, faro y espíritu de todo pueblo, se pasa del todo a la nada. Frente a lo que estamos, hay una nueva colonización. Una nueva Conquista. Lo más triste es que se esté dando desde adentro por quienes, desinstitucionalizando al país, se han encumbrado y sueñan con esa imposible eternidad.
Con ese inédito proceso, se tiende a establecer el esclavismo. Sus autores pretenden que la relación amo-esclavo sea legal mediante la apropiación-modificación de la Constitución, su aplicación a conveniencia, y su impugnabilidad. Quieren subordinar y someter a quienes no están con ellos, pero nadie quedará excluido. Los muy dignos ministros, intentan lo que pueden para evitar que la obediencia, el silencio y la mansedumbre sean obligación colectiva de ley.
La libertad, base de la Carta Magna --cuya obtención se remonta a más de un siglo--, es el primum bonum o primer bien al que toda sociedad aspira mirando a la realización de la paz, la concordia, la igualdad, la justicia y el progreso, motivaciones sin las cuales el Estado, encarnado y objetivado en la sociedad, es inconcebible.
Ayer, con el último intento de la Corte por detener la anulación del juicio de amparo, las acciones de inconstitucionalidad y las controversias contra las adiciones o modificaciones a la Ley Suprema, que borraría los derechos ciudadanos y legalizaría las arbitrariedades y los abusos susceptibles de cometerse cuando se gobierna sin contrapesos, podría haber empezado el Día “D”.
Esta sentencia, que se entiende como un “sálvese el que pueda”, inaugurará la etapa más lastimosa y ominosa para la comunidad, y el paso incomparable e inmensurablemente más vergonzoso para sus impulsores.
Los principios esenciales de la convivencia nacional, que tienen como base la apelación al raciocinio y que derivan de la voluntad general, fundamento de la Carta Magna, estaban hace unas horas a punto de la extinción con el paso final a la reforma judicial. Por los tiempos de entrega de este trabajo, no fue posible saber si se selló ese ominoso destino de la República.
Los cimientos del Contrato Social posibilitan la existencia de la sociedad porque entrañan su origen, sus raíces y sus objetivos, comenzando por el de supervivencia; constituyen su salvaguarda, su vida, su historia y sus esperanzas. La mejor manera de materializarlos, es la inclusión de todos, pues a todos obligan y a todos benefician.
Sin Constitución-Contrato Social, se acaba la garantía que el gobierno debe mantener inalterable de conservar la vida y los bienes de todos. Si no cumple con ese primer deber, o peor, si lo soslaya legalmente, como lo busca con la reforma judicial, nada justifica su existencia.
Si se ajusta el Derecho para un gobierno-facción; si se anula como punto de partida, construcción y piedra angular del Estado, reina la anarquía. Sobreviene el retorno a la guerra perpetua. Es inevitable. Se impone el más fuerte, pero armado con la norma. Querrá quedarse y recrearse por siempre.
Con el golpe de partido al Estado contenido en muchas de las acciones del régimen anterior que ahora se quiere culminar con la preponderancia de un morenismo intocable con base en la tautológica Supremacía Constitucional y que podrían considerarse una verdadera usurpación, el regreso al Estado Ferino será nuestro único destino.
Con la ley hecha a modo de un partido-gobierno de trazas autoritarias-autocráticas-tiránicas que, insaciable puede alimentar más y más su fuerza con lo que le venga en gana, se inclinará viciosamente al exceso, al abuso y al absurdo, despojando a todos de sus “derechos” o incluso atacándolos abierta y descaradamente. Le resultará fácil revestir de “legalidad” cualquier barbarie.
La ley es la potencia más grande y debe recurrirse a ella para la defensa y el bien de todos; no para unos cuantos. Al servicio de un grupo, utilizada sólo para procurar beneficios particulares, se convierte en un monstruo terrible y temible; indesafiable e incontrolable. Es el Leviatán desencadenado.
De haberse producido lo que dentro y fuera, propios y extraños hemos temido por meses, empezará un periodo de máxima oscuridad de incierta duración; ni los descendientes de sus artífices verán el final.
De imponerse la irracionalidad, la imprudencia, la brutalidad, la desmesura, la insensatez, la intransigencia y el arbitrario del morenismo en la reforma judicial, para México habrá concluido la Era de la Razón por la obsesión de dos personas, básicamente, a las que, sin importarles, llevarán a cuestas la derrota y la condena histórica y moral.
Fundar un Estado es el máximo honor que puede alcanzar un ciudadano; destruir el Derecho que lo sostiene, exterminando o desnaturalizando los grandes valores que lo definen, como la libertad, la soberanía, la división de poderes, que posibilitan la concordia, la paz, la seguridad, la igualdad, la justicia, la armonía, la solidaridad…inexorablemente conduce al Infierno.
Línea de Fuego
Sea quien sea el próximo presidente de Estados Unidos, nada alterará la histórica relación que ese país ha tenido siempre con el nuestro. Permanecerán el fuerte y el débil. Aquel saldrá ganando siempre. No es fatalidad ni derrotismo. Es una realidad inobjetable. Una variación podría ser mínimamente de grado, pero Harris o Trump actuarán, como lo han hecho todos sus antecesores, mirando primero y a todo costo, al bienestar de sus gobernados. Ojalá que nosotros tuviéramos gobernantes que, aún en medio de las dificultades, se propusieran lo mismo… Clara Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, empieza a proyectarse en el ámbito internacional con el reconocimiento que se le hace por su desempeño como alcaldesa de Iztapalapa con el Premio Mundial para el Desarrollo Sostenible en las Ciudades (Shanghái). Con esos antecedentes, seguramente se verá más motivada para hacer un gran trabajo en la capital del país… ¿Cuántos miles de litigios están detenidos, como una clara expresión de injusticia, por los conflictos que envuelven al Poder Judicial? Con certeza, muchos que tienen demandas en su contra y en perspectiva de perderlas, ruegan porque la situación se prolongue para no pagar a sus demandados.