Este 21 de septiembre se cumplen 30 años de conmemorar la importancia de hacer mayor conciencia sobre la enfermedad de Alzheimer y otros tipos demencia. Fecha establecida en 1994 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por “Alzheimer’s Disease International” (ADI) durante la primera Asamblea Mundial sobre el Alzheimer. Dicha fecha fue seleccionada al representar el inicio del otoño en el hemisferio norte, lo que simboliza la llegada a la tercera edad, etapa donde ocurre con mayor prevalencia.
Desde entonces ocurren esfuerzos por impulsar la investigación y encontrar tratamientos que logren algún día su cura. Esto motiva políticas públicas y programas que mejoren su atención y cuidado a las personas que la sufren.
Se estima que en México hay aproximadamente 1.3 millones de personas viven con demencia, cifra que se se espera aumente significativamente en las próximas décadas y registre más de 3.5 millones de personas en 2050 debido al envejecimiento de la población.
La falta de servicios de salud orientados a la detección temprana da lugar a que una proporción importante de estos pacientes no cuente ni tenga un diagnóstico formal, donde ocurren rezagos en la preparación de profesionales de la salud para identificar los primeros síntomas y el marcado estigma asociado a la enfermedad.
La demencia fue reconocida como una prioridad de salud pública a partir del informe de la OMS en 2012 titulado "Dementia: A Public Health Priority”. Este informe fue de los primeros en destacar la gravedad del impacto de la demencia a nivel global, no solo desde el punto de vista médico, sino también social y económico. Este documento es una referencia para que los gobiernos y las organizaciones internacionales comprendieran la necesidad urgente de abordar la demencia con una respuesta coordinada y sistemática.
Ante el hecho del acelerado crecimiento de la prevalencia de la demencia a nivel mundial, la OMS emitió el "Plan de Acción Global sobre la Respuesta de Salud Pública a la Demencia 2017-2025". Este plan fue un parteaguas al establecer un marco global con objetivos claros y medibles, como la concienciación, la reducción de riesgos, el diagnóstico temprano, la atención integral, el apoyo a cuidadores y la promoción de la investigación científica. Una meta relevante propuesta en dicho documento es que al menos el 75% de los Estados Miembros de la OMS tuvieran un “Plan Nacional de Demencia” implementado en 2025 o antes.
Paralelamente, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) elaboró una serie de documentos y políticas para complementar los esfuerzos de la OMS. Entre ellos, destaca el informe "Addressing Dementia: The OECD Response" del 2015, en el que se proponen diez objetivos clave para la formulación de políticas públicas para la atención de la demencia, que incluyen la coordinación de la atención, el desarrollo de tecnología e integración de la atención a la demencia en los sistemas de salud.
Otros estudios posteriores tales como "Dementia Care in OECD Countries" del 2018 y "Policy Brief: Dementia Prevention, Care and Cure" del 2019 reforzaron la importancia de una respuesta integral y coordinada a la demencia.
En 2014, México reconoció formalmente la necesidad de abordar la enfermedad de Alzheimer y otras demencias como un problema de salud pública significativo a través del “Plan de Acción Alzheimer y Otras Demencias México, 2014”. A partir de entonces se han realizado esfuerzos iniciales para desarrollar políticas enfocadas en la concienciación, el diagnóstico temprano, y el manejo de la enfermedad de Alzheimer. Empero, estos esfuerzos se caracterizaron por la fragmentación y carecían de una estrategia nacional coherente y bien financiada.
El año pasado, se realizaron tareas intersectoriales para la actualización de estas estrategias y dieron como fruto el “Plan Nacional de Demencia, 2024”, publicado hace un par de meses. Este documento busca integrar políticas y acciones a nivel nacional, estableciendo una visión coherente para abordar la demencia en todas sus formas. Dentro de los objetivos y recomendaciones del plan, se menciona la reducción de riesgos y la promoción de la detección temprana mediante la capacitación de los profesionales de la salud y el uso de tamizajes cognitivos en el primer nivel de atención.
México, al igual que otros países, se enfrenta al reto de fortalecer su Sistema de Salud para afrontar los crecientes desafíos asociados a la demencia, un problema de salud pública que se intensifica con el envejecimiento de la población en las próximas décadas.
La adecuada formulación de dicho plan es un paso crucial, pues ello marcará una implementación efectiva en sus diversos aspectos. Transitar del plan a la acción no se trata solo de buenas intenciones: requiere la movilización de recursos financieros adecuados, la capacitación continua y especializada del personal de salud y de los cuidadores, la creación de infraestructura, procesos y normativas que soporten y den sostenibilidad a las metas del plan.
Una de las claves para el fortalecimiento del Sistema de Salud en México reside en contar con una normatividad suficiente y bien definida que respalde estas acciones, y, sobre todo, esté dentro de las políticas públicas de salud. La experiencia internacional muestra que solo algunos países, como Estados Unidos, Canadá o Corea del Sur, han logrado establecer marcos legales y reglamentarios que no solo proporcionan una estructura clara para la acción, sino que también aseguran la continuidad y la estabilidad de las políticas a lo largo del tiempo, financiamiento y también cambios administrativos o políticos conforme evolucione la prevalencia y la tecnología disponible.
Ahí radica el reto para la implementación efectiva del “Plan Nacional de Demencias, 2024” en nuestro país, pues sus objetivos y metas deben integrarse al Programa Sectorial de Salud, así como en los Programas de Acción Específicos y en los Protocolos de Atención del Sector Salud, de manera que ocurran acciones concretas y coordinadas en todos los niveles de atención del sistema de salud, con recursos financieros suficientes que respalden la operación continua, su evaluación y actualización.
En este sentido, es relevante oportunidad para la alineación de dicho Plan con las estrategias de la “República Sana” del próximo gobierno en diversas aristas: en cuanto a la gobernanza del sistema, los Protocolos de Atención de demencias permitirían integrar el tamizaje, diagnóstico y el trabajo multidisciplinaria en todos los niveles de atención. Se debe garantizar que dentro de las políticas de gratuidad se incluyan medicamentos para la demencia y terapias asociadas, asegurando su disponibilidad y accesibilidad bajo un enfoque de sostenibilidad del Sistema.
En cuanto a infraestructura, su modernización debe integrar la atención a la demencia, asegurando que los centros de salud tengan la capacidad de realizar diagnósticos tempranos y la atención integral de las personas con demencia. Esto implica equipar consultorios con tecnologías exprofeso y contar con redes de referencia y contrarreferencia eficientes para una atención continua y coordinada. La telemedicina es una gran herramienta que puede contribuir a mitigar el impacto de los desafíos de movilidad de pacientes y familiares en aquello lugares en el país donde es difícil desplazar a los pacientes hacia los centros de salud.
El nuevo gobierno debe considerar la priorización de programas de capacitación del personal de salud en la detección y manejo de la demencia, incluyendo la formación de cuidadores formales e informales. Además, es fundamental que impulse la formación de profesionales en general y particularmente en áreas rurales y comunidades marginadas, asegurando una distribución equitativa de recursos humanos capacitados.
El uso de plataformas digitales abre una enorme oportunidad para mejorar la eficiencia del sistema de salud y usarlas para el monitoreo y la evaluación de la atención a la demencia, facilitando la recolección de datos precisos y actualizados. Incluso, dentro de los esfuerzos de promoción y cultura de la salud, esta tecnología podría favorecer al desarrollo de programas específicos para la detección temprana en poblaciones vulnerables y la reducción del estigma asociado a la demencia.
En conclusión, los retos de la demencia en México requieren una implementación efectiva de dicho Plan y su alineación con las directrices de "República Sana". Esto implica fortalecer la normatividad, modernizar la infraestructura, capacitar al personal de salud, utilizar la tecnología que mejore la atención, fomente la prevención y asegure un financiamiento adecuado. Este desafío requiere la colaboración estrecha del Sector Salud con otras dependencias, con la comunidad médica y con organizaciones de la sociedad civil. Solo así, con esta visión sistémica, México podrá avanzar significativamente en la respuesta a la creciente carga de la demencia y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y sus familias.
Director General del Instituto Farmacéutico (INEFAM)