1.“Hugo Atenor Fierro Ferráez, Líder Nato de Hombres, es trasladado al hospital en aeroambulancia en medio de una gran conmoción en un intento desesperado por salvarle la vida. Increíble creerlo, pero el viejísimo líder obrero y mandamás del país aún registra señales de vida en su corpachón gigante. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de su médico por devolverle la conciencia, Hugo Atenor cae en estado de coma, y junto con él México, al que ha gobernado durante años de caótica dictadura. Corre el año 2029. Hace ya más de cinco lustros que una nube de materia contaminante cubre la ciudad de México y no deja pasar los rayos de sol. Enormes rascacielos sirven de vivienda para los ricos y poderosos, mientras los pobres y oprimidos viven en la penumbra. La Ciudad Alta y la Ciudad Baja dividen la población. Estados Unidos, Japón y Europa se han cobrado la deuda externa con territorio: México les ha cedido, por la fuerza de las armas, los estados del norte, así como Baja California y Yucatán. Una aciaga tarde de septiembre, cuando la invasión japonesa tomó la península bajacaliforniana sin disparar un solo tiro, mientras la población de Tijuana se moría de felicidad por haberse rendido al Imperio del Sol Naciente, el presidente Bernardo Aquel declara con solemnidad que ése era el día más negro de su vida, y un poco antes de presentar y entregar así mismo su renuncia –no sin antes reconocerse como un gran colaborador- manda llamar, aparentando calma, a los gabinetes ampliado y encogido y a los líderes de todos los sectores al Salón Miramón del Nacional Palacio. Después de entrar al salón por una puerta secreta, el presidente Aquel, chiquitito, de soslayo, poniéndose una camisa floreada, llamó a Hugo Atenor Fierro Ferráez, Líder Nato de Hombres, con discretos gestos de la mano derecha y haciendo ‘chst, chst’. Fierro Ferráez se acercó y el presidente Aquel le dijo en voz baja: -Mire don Hugo, vámonos dejando de pendejadas: ya no hay revolucionarios, ni nacionalistas, ni liberales, ni tecnócratas, ni populistas, ni masones, ni nada. Lo único que hay es usted” (Guillermo Sheridan, El dedo de oro.)”
2. En 1996, dos años después de iniciada la república de la decadencia con el dramáticoepisodio del asesinato de Colosio el candidato presidencial priista, Sheridan publica su “novela de anticipación” en la que el futuro de México, que es hoy, podía avizorarse ya a partir desde una crónica cargada de humor y profundo conocimiento.
3. Después de 30 años, El dedo de oro, surge como el inmejorable manual para entender el momento que vive el país con un timonel temerario y obseso que se muere por las glorias resbaladizas del Maximato.
4. Porque en la novela de Sheridan, uno de nuestros máximos cronistas y críticos literarios, se vislumbran diversos elementos de la descomposición política que vive México: la desintegración de la república mediante la sustitución del regionalismo liberal por el regionalismo mafioso, el ocaso del presidencialismo centralista y la ruina de las élites políticas precipitados durante treinta años por la formación del Narco Estado y desde 2018 por un liderazgo autócrata y populista.