Temprano, cuando el rey sol todavía no se atreve a inundarnos de su magnífica paternidad, Conrado Tostado, amigo sabio y promotor cultural de la Secretaría de Relaciones Exteriores y yo no dejamos de ad-mirar, entre neblinas leves muy turcas y danzarinas, el estrecho del Bósforo. Mientras los barcos pasan, porque aquí se divide Europa de Asia, Conrado vislumbra los minaretes de Santa Sofía y yo, obseso confeso de los hombres fuertes, no dejo de babardear sobre Ataturk, ese líder de hierro fundador del sistema político hegemónico y moderno de Turquía tan semejante a Plutarco Elías Calles.
En unos momentos iniciaremos la Segunda Reunión de Diplomacia Cultural/Rusia-Turquía-Azerbaiyán, con los embajadores Norma Pensado, José Luis Martínez y Juan Rodrigo Labardini, en medio de un inquietante contexto político que ha atraído a un numeroso grupo de negociadores de la Unión Europea por un grave incidente en la frontera de Grecia con Turquía.
¿De qué vamos a tratar en esta región tan lejana en muchos sentidos a México? Justamente de eso, de cómo la Diplomacia Cultural de México, renovada, respaldada amplia y creativamente por la Cancillería, debería acercarnos a territorio milenario tan rico en cultura, cuna de la civilización.
Atendidos de forma espléndida por el embajador en Hungría, David Nájera, nos reunimos en la pequeña sala de la biblioteca de la sede diplomática, los embajadores Alejandro Negrín, Polonia, Daniel Hernández, Grecia, Guillermo Ordorica, Rumania, Leonora Ruerda, República Checa, Marco Antonio García Blanco, Serbia, Olga García Guillén, Ucrania, la Directora del Instituto Cultural de México en Viena, Mónica Sigg, y Conrado Tostado y yo.
Después de presentar sucintamente el horizonte político en el que actúan, los embajadores coincidieron en la dificultad de hacer Diplomacia Cultural en una región de regiones caracterizada por la presencia de una diversidad lingüística compleja, a pesar de que justamente la cultura y no los intereses económicos o comerciales constituyen el centro de sus agendas en las que la divulgación de la cultura creada a partir de nuestro idioma es un propósito central.
En la reunión se plantearon también, de una manera coincidente, dos grandes desventajas de esta región en relación a la otra Europa, la occidental, donde existen empresas mexicanas de importancia y las comunidades de mexicanos, estudiantes y profesionistas, son numerosas y contribuyen a la tarea de proyectar a México.
Quizá haber llegado a Hungría casi al final del invierno lo puede hacer a uno presa fácil de la melancolía. Pero, después de escuchar el testimonio de nuestros representantes diplomáticos conmueve e inquieta sobre manera, la forma en que realizan su trabajo para poner el nombre de México en alto.
Preocupa, nos preocupa, el estado de alejamiento que guarda el esfuerzo y el interés de nuestros embajadores y cónsules respecto de la comprensión y el apoyo de quienes deberíamos brindarlo con resolución desde la sede de Av. Juárez Nº 20.
Hace algunas semanas, poco después de la Reunión de Embajadores y Cónsules, blandiendo por aquí y por allá nuestro pomposo Atlas de la Nueva Diplomacia Cultural 2019-2020-2021, estábamos muy lejos de constatar que, por más dedicado e innovador, nuestro compromiso de proyectar la cultura de México en el mundo no tiene ni los alcances ni la penetración que suponíamos.
Porque, después de la reunión de Budapest y seguramente de la que hoy tendremos en Estambul, queda claro que México tiene literalmente en estado de abandono a no pocas regiones del mundo.
La Diplomacia Cultural nuestra, que tanto importa como estrategia prioritaria al Canciller Marcelo Ebrard, requiere de nuestro apoyo decidido y creativo para que cumpla el papel que el país merece.
Poeta e historiador. Director Ejecutivo de Diplomacia Cultural en la SRE