I. ¿De qué nos va a pedir perdón la España?.

¿Qué pretende ahora el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), pasados 26 años de su primera, muy efectiva y sorprendente incursión en el escenario nacional?

En su más reciente comunicado, “Una montaña en altamar” (octubre 5 de 2020), los zapatistas anuncian la expedición de diversas delegaciones, sobre todo de mujeres, en los 5 continentes del mundo, a partir del mes de abril para llegar a Madrid, el 13 de agosto de 2021, cuando se recordarán, según ellos, “500 años de la supuesta conquista de lo que hoy es México.”

En la capital del viejo imperio, hablarán “al pueblo español, no para amenazar, reprochar, insultar o exigir. No para demandarle que nos pida perdón. No para servirles ni para servirnos. Iremos a decirle al pueblo de España dos cosas sencillas: uno, que no nos conquistaron. Que seguimos en resistencia y rebeldía. Dos, que no tienen que pedir que les perdonemos nada. Ya basta de jugar con el pasado lejano (…)”

“¿De qué nos va a pedir perdón la España?”, se demanda en el comunicado, para después enlistar a las glorias de la literatura, el arte, el cine, la música, la república y el exilio españoles con admiración y reconocimiento. Perdón, prosiguen, “¿De haber parido a Cervantes? ¿A José Espronceda? ¿A León Felipe? ¿A Federico García Lorca? ¿A Manuel Vázquez Montalbán? ¿A Miguel Hernández? (..) ¿A Ana Belén, Sabina, Serrat, Ibáñez, Llach, Amparanoia, Miguel Ríos, Paco de Lucía, Víctor Manuel, Aute siempre? ¿A Buñuel, Almodóvar y Agrado, Saura, Fernán Gómez, Fernando León, Bardem? ¿A Dalí, Miró, Goya, Picasso, el Greco y Velázquez?”

“¿De qué nos va a pedir perdón la Iglesia Católica?”, agregan los zapatistas, “¿Del paso de Bartolomé de las Casas? ¿De Don Samuel Ruiz García? ¿De Arturo Lona? ¿De Sergio Méndez Arceo? (…) ¿De quienes arriesgan su libertad y vida por defender los derechos humanos?”

II. Los muertos renacidos.

Contrariamente a la relación inicial con la Historia de México que el EZLN manejó para documentar su proyecto insurreccional, en el que se percibían como los muertos de una historia sucedida hacía 300 años, ahora afirman que “se nos quiere convencer de que con la caída del Imperio Azteca los pueblos originarios de estas tierras fuimos derrotados.”

En un comunicado de aniversario, del 1º de enero 1996, los zapatistas, plenos de melancolía, todavía hablaban, como en el 94, del sentido sacrificial del vivir para la muerte: “Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella pero la luz será (…) para quienes se niega el día, para quien es un regalo la muerte.”

Ahora, los zapatistas se declaran “con la vida latiendo en nuestros cuerpos para las resistencias y las rebeldías.”

En 1994 el EZLN metió alta presión al Estado mexicano, al régimen y a la dividida élite en el poder con dos grandes objetivos: abrir el sistema político a una más transperente democracia electoral, lo que se logró, y revalorar y dignificar a los pueblos originarios de México.

Durante los 26 años siguientes, el EZLN se dedicó a organizar y proteger su implantación regional y a “la escuelita”, un original y creciente proyecto de pedagogía política que lo consolidó, gracias a una persistente presencia de simpatizantes internacionales, como un movimiento cultural bastante ligado a las nuevas realidades del mundo.

¿Qué pretende este renovado y siempre estratégico y audaz EZLN con su próxima gira mundial y su presencia en la España de la Conquista? ¿Qué consecuencias podría tener “llevar la montaña en altamar” en un mundo devastado social y políticamente por el Covid 19?

Al anclar el tema del perdón en el pasado, al formular una agenda avanzada y controversial y al optar por un franca y antes no experimentada incursión política en el mundo, el EZLN de hoy nos plantea muchas preguntas, horizontes y perplejidades.

(La próxima entrega: El EZLN y la nueva inteligencia social internacional (II).

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