1. Wuhan: la preocupación no es por los miles de fallecidos
Wuhan, la ciudad más poblada en la zona central de China, es una ciudad fundadora: fue ahí donde ocurrió el levantamiento de Wuchang, en el otoño de 1911, lo que llevó a la caída de la dinastía Qing y al establecimiento de la República de China, de la que Wuhan fue brevemente (1927) su capital. Fue ahí, también, donde recientemente vino a desatarse un nuevo y “viralizado” momento de crisis del sistema global capitalista. Porque a partir de la catástrofe de Wuhan la preocupación no parecen ser los miles de fallecidos sino el hecho de que los mercados “se han puesto nerviosos”. Para tratar de salvarlos, se creyó indispensable, entre otras tantas medidas, cerrar fronteras, marcar los territorios del “adentro” y del “afuera”, del “nosotros” y los “otros”, mientras se sacan del ropero los escudos, las banderas, los símbolos todos que se creían en desuso luego de la derrota de los Estados por el Mercado.
2. Sopa de murciélago: la cacería cultural
Con la misma velocidad con la que se ”viralizó” el Covid 19, el sentimiento antichino, la Sinofobia y el rechazo a los migrantes aparecieron en Europa, América, Asia y muchos otros lugares como una revigorizada explosión. En los primeros días del brote, el vídeo de una mujer comiendo una sopa de murciélago voló como pólvora en internet desatando una reacción xenófoba que quiso ver allí la génesis de la enfermedad. Porque todo lo que no sea blanco y occidental estaría en el origen de los males del planeta. Porque en el rastreo del origen de un mal epidémico están el deber científico y, de un modo indeseable, la práctica del morbo y de la cacería cultural. Porque, más que comprensión o entendimiento, los comedores de sopa de murciélago de China o de ratas -que son el ingrediente principal de algunos menús de la zona del noreste de India- merecen, porque han pecado por costumbre o tradición, la condena racista o cultural de por vida.
3. La reconciliación
La pandemia que nos asola, no obstante, supone también la posibilidad de actualizar y cambiar nuestras formas de convivencia, entendimiento, solidaridad y cooperación global que están siendo afectadas por los muros levantados, por el racismo y el supremacismo hoy reinstalados con mayor brío como formas de separación y de cacería cultural.
El Covid 19 será derrotado según las previsiones y acciones que se están realizando en nuestro país y en el mundo. Pero ¿cómo vamos a proseguir la batalla contra quienes siguen creyendo en la supremacía de su cultura? ¿Cómo vamos a derrotar a quienes valoran su cultura a partir de la negación y del estigma de las demás?
El reestablecimiento del diálogo cultural interrumpido por la fronterización será a todas luces el mejor camino para reanimar y recrear la solidaridad global.
En la SRE estamos vislumbrando, desde la Diplomacia Cultural, un conjunto de acciones destinadas a construir una nueva conversación de México con el mundo que nos aproxime cada vez más las diversas culturas y naciones del orbe. El Programa -por ahora interrumpido- de Reuniones Regionales de Diplomacia Cultural que se inició recientemente en Budapest y Estambul, y la Conferencia Iberoamericana de Diplomacia Cultural que organizaremos conjuntamente con la Secretaría General Iberoamericana el próximo octubre, son dos de las muchas opciones con las que contaremos para tratar de contribuir a la nueva solidaridad global que será indispensable una vez superado el virus que surgido en la recóndita Wuhan. Pero México tendrá, sin duda, en la Mundiacult: Conferencia Mundial de Políticas Culturales, que se desarrollará en 2022 en nuestro país a iniciativa de la Secretaría de Cultura, con el apoyo de la SRE y la UNESCO, la gran oportunidad de definir los caminos de futuro de la cultura comun multicultural a la que pertenecemos todos.
Poeta e historiador.
Director Ejecutivo de Diplomacia Cultural en la SRE