En un mundo que parece más dividido y polarizado que nunca, la Navidad y el año nuevo nos recuerdan una verdad innegable: realmente es más lo que nos une que lo que nos separa.
Basta con mirar una mesa llena de luces, risas y alimentos que compartimos para darnos cuenta de que, al final del día, todos deseamos lo mismo: amor, paz y un lugar donde sentirnos escuchados y aceptados.
Pero, ¿qué pasa cuando las diferencias parecen más grandes que los lazos que nos unen? Es ahí donde esta temporada nos invita a un ejercicio más grande que adornar un árbol: tender puentes.
La verdad es que vivimos en un tiempo donde las opiniones vuelan más rápido que las palabras amables. Las redes sociales, los titulares incendiarios y hasta las conversaciones en la mesa se han convertido, muchas veces, en campos de batalla. Parece que nos olvidamos de algo básico: no es necesario estar de acuerdo en todo para convivir, pero sí es imprescindible escuchar con el corazón.
Esta época de fin de año nos da una gran lección. Piensa en una piñata: todos golpean con fuerza, pero el objetivo no es competir, sino que, al final, todos disfruten de los dulces. Así debería ser también en nuestra sociedad.
Las diferencias son inevitables, pero eso no significa que no podamos encontrar puntos de encuentro. Es más lo que nos une: el deseo de un futuro mejor, de ver crecer a nuestras familias y de construir un mundo donde todos quepamos, aunque a veces tengamos formas distintas de imaginarlo.
La empatía no se trata de “convertir” al otro a tu manera de pensar, sino de hacer una pausa para entender por qué piensa de esa forma. Tal vez ahí, entre las palabras no dichas y las historias compartidas, encontramos un terreno común. Y si hay un momento ideal para practicarlo, es ahora: en la magia de diciembre, donde todo parece más brillante y los abrazos pueden más que los resentimientos.
La verdad es que este mundo lo construimos entre todos, y aunque no siempre estemos de acuerdo, siempre podemos elegir sumar en lugar de dividir. Este fin de año, más que una época de dar regalos, puede ser el momento perfecto para regalar algo que no cuesta nada, pero vale todo: nuestra atención, nuestra empatía y nuestra disposición a construir un futuro más unido.
Porque sí, hay días grises y momentos difíciles, pero también hay magia en las pequeñas acciones que hacemos cada día para tender puentes, para escuchar antes de juzgar, para recordar que, al final, todos estamos buscando lo mismo: ser felices, ser amados y ser comprendidos.
Así que brindemos, no solo por las fiestas que llegan, sino por el año que está por comenzar.
Que el 2025 sea un año lleno de escucha sincera, conversaciones profundas y muchos momentos donde, a pesar de nuestras diferencias, recordemos que siempre hay más motivos para estar juntos.
¡Felices fiestas, que la salud y el amor sean el regalo que más abunde en cada rincón de nuestras vidas!