Conforme se acerca el fin de sexenio, el gobierno muestra cada vez un mayor desprecio por la democracia y por la ley, algo que nos costará caro a los mexicanos.
Por un lado, a la actual administración se le acaba el tiempo. Queda poco más de un año y el gobierno no ha logrado terminar ninguna de sus obras insignia, tampoco tiene ningún resultado que presumir; no hay crecimiento económico ni reducción de la pobreza. Es natural que entre en desesperación como un alumno estudiando la noche previa al examen.
Por otro lado, la gente más moderada que inició en la actual administración, se ha salido poco a poco del gobierno, dejando únicamente a los más radicales y los más leales al Presidente, los que no se atreven a contradecirlo y alimentan sus ideas más duras.
Incluso, algunos analistas piensan que el gobierno ha visto que puede tomar medidas cada vez más radicales y no pasa nada. Pueden violentar las instituciones democráticas de forma cada vez más abierta y no perciben repercusiones que los obliguen a cambiar su comportamiento, lo que los alienta a radicalizarse con el tiempo.
En la campaña de 2006, el Presidente se presentó como alguien sumamente radical. Por ejemplo, enarboló la frase “al diablo con sus instituciones”, lo que le costó muy caro en términos electorales.
Fue así que en 2012 construyó una campaña mucho más moderada, proponiendo una “República amorosa”. Esta fue una estrategia que mantuvo durante la campaña de 2018.
No obstante, este gobierno ha emprendido una campaña de polarización entre la sociedad, que ha acabado por radicalizar también al gobierno. Todo se reduce a ellos contra nosotros, y en esa lucha se han vuelto capaces de justificar lo que sea, lo único que importa es defender a su grupo.
Realizan modificaciones a la ley que son claramente violatorias de la Constitución y violan constantemente las leyes electorales con propaganda electoral durante las campañas.
Recientemente realizaron amenazas de muerte disimuladas a los ministros de la Suprema Corte por tomar decisiones contrarias a sus intereses partidistas. Esto es un atentado contra la división de poderes, el respeto a la autonomía del poder judicial y el respeto de la paz democrática.
Buscan de qué forma darle la vuelta a ley, pues cuando la Suprema Corte anuló un decreto para establecer las obras insignias de este gobierno como proyectos de interés nacional, al día siguiente emitieron un nuevo decreto para hacer lo mismo.
Incluso, ya han comenzado a tomar bienes expropiados sin previo aviso y por la fuerza de las armas, no con negociaciones, sino con decisiones de un día para otro movilizando rápidamente a las fuerzas armadas.
Así le sucedió a Grupo México, que se dijo completamente sorprendido cuando recientemente los marinos tomaron sus instalaciones.
En democracia se debe privilegiar el diálogo, la negociación para llegar a acuerdos, el respeto entre las autoridades, el respeto a la ley y a los frenos que nos protegen de la tiranía de la mayoría.
A este gobierno no le gusta negociar, le gusta imponer, así fue que quien encabeza el gobierno dijo recientemente "No me vengan con ese cuento de que la ley es la ley", que lejos estamos de cuando decía que “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.
Esto envía un muy duro mensaje a quienes quieren invertir en México: tengan cuidado porque en cualquier momento, aduciendo al interés nacional, les pueden expropiar por la fuerza sus activos.
Justo en el momento que la guerra comercial de Estados Unidos con China ha abierto tanto interés para traer fábricas a México. Es una lástima que mejor otros países asiáticos estén aprovechando la coyuntura para atraer las inversiones que querían venir a México, que hubieran creado aquí miles de empleos muy bien pagados.
Es por los constantes golpes del gobierno a la confianza en México, que la inversión por habitante actualmente cayó a niveles de 2005, y sin inversión no hay creación de más y mejores empleos.
Queda prácticamente un año para que inicie la reconstrucción de México, vamos a hacer que se respete la ley y las instituciones democráticas para que abunden las inversiones, y tú y tu familia tengan acceso a empleos mejor pagados y más dignos. Vamos a construir el mejor México posible.