La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado:

Winston Churchill.

Recientemente platiqué con Federico Reyes Heroles y con el filósofo Felipe Curcó sobre el estado actual de nuestra democracia, y les quiero compartir las cosas más sobresalientes.

México sigue teniendo elecciones organizadas por un árbitro independiente del gobierno, lo que es positivo, no obstante, eso no es suficiente para ser una democracia que funcione. En Venezuela, Rusia y Corea del Norte llevan muchos años realizando elecciones donde ganadores y perdedores ya están predeterminados porque la cancha es totalmente dispareja, y eso ha contribuido a que la calidad de vida de la gente haya decaído.

Las democracias que funcionan son las liberales, es decir, las que ponen límites a lo que la mayoría puede hacer. Para empezar, porque tienen una clara división de poderes, por ejemplo, el poder judicial es suficientemente autónomo del poder ejecutivo, y eso en México parece ser que está por acabar con el anuncio de la nueva reforma al poder judicial.

Las democracias liberales ponen candados para que la mayoría no violente los derechos de las minorías, y para que la mayoría no pueda eliminar la realización de elecciones equitativas y limpias. No se vale que quien accedió al poder por la alternancia democrática elimine la democracia para que nadie lo pueda sacar del poder.

Hasta hace unos pocos meses, en México 7 de cada 10 elecciones las perdía el partido en el gobierno. Además, los resultados electorales eran inciertos y el poder judicial podía ejercerse con autonomía del poder ejecutivo. Eso se está perdiendo en nuestro país y por ello muchos estudiosos ya no nos consideran una democracia. Nuestra democracia tiene fecha de caducidad.

Sin embargo ¿eso importa realmente? Las democracias estuvieron de moda al final del siglo pasado y en los primeros años del siglo actual, pero hoy en día ya no son tan populares. El porcentaje de latinoamericanos insatisfechos con la democracia pasó de 50% en 2009 a 69% en 2023, dos de cada tres latinoamericanos se dicen insatisfechos con la democracia, y en México, 4 de cada 10 ciudadanos no fueron a votar en 2024.

La caída de la popularidad de la democracia puede explicarse, entre otras cosas, por dos fenómenos. El primero son los resultados insatisfactorios que han entregado gobiernos en algunos países democráticos, lo cual no es culpa de la democracia ni de la división de poderes, sino de fallas de algunos gobernantes, de los sistemas de partidos políticos y políticas públicas mediocres.

Por otro lado, Felipe Curcó considera que el votante promedio en una democracia sabe bien que su voto pocas veces es decisivo, porque casi todas las elecciones mantienen una diferencia de varios miles de votos entre el primero y el segundo lugar, lo que hace sentir al votante que su voto no es tan importante, además de que tampoco observa gran diferencia entre una opción política u otra, siente que todos le van a fallar.

En cambio, estar informado de quién es la mejor opción, qué propone cada candidato y por quién debe votar, le consume mucho tiempo, esfuerzo y hasta dinero. El beneficio esperado de participar en política e informarse se aprecia como muy pequeño, el costo es muy alto, y cada elector tiene muchas cosas que considera que impactan más en su vida, cómo informarse mejor de qué teléfono móvil va a comprar, cómo está la salud de sus seres queridos y cómo hacer que el dinero le rinda para sacar adelante a su familia.

Aunque el beneficio de vivir en democracia no sea tan fácil de percibir para los ciudadanos, es importante dejar en claro que es mucho mejor vivir en democracia que en un gobierno de poder sumamente concentrado. Pongo como ejemplo cuatro razones:

Una. En democracia el voto de cada ciudadano, idealmente, vale lo mismo. No importa el color de piel, la condición socioeconómica, el género ni otra forma que podría ser discriminatoria, cada voto cuenta igual y eso significa que la opinión de todos cuenta igual, detrás de ello hay un principio de igualdad que no opera en un régimen autoritario, donde sólo se escucha la opinión de los allegados al poder.

Dos. No ha existido ningún régimen autoritario que no haya quitado libertades a sus habitantes. Ha quedado demostrado en la teoría y en la práctica que las democracias liberales son mucho mejores para defender nuestras libertades que los regímenes autoritarios.

Tres. En las democracias se respetan mucho más los derechos de las minorías que en los gobiernos autoritarios.

Cuatro. Las democracias liberales dan mejores resultados que los gobiernos autoritarios, por ejemplo, los países nórdicos en Europa y los casos de más rápido crecimiento y mejora de calidad de vida de la población como Irlanda, Israel, Corea del Sur, Japón o Taiwán son democracias liberales; cuando argumentan que China ha crecido mucho con un modelo autoritario, espero que estudien el caso de Taiwán donde a los chinos les fue mucho mejor bajo una democracia. Además, no ha habido ningúna guerra entre democracias liberales, cuidan mejor la paz.

Como un punto adicional, la democracia nos había servido para quitar a los malos gobernantes y enviar señales de qué es lo que queremos. Por ello, Federico Reyes Heroles y yo tenemos la preocupación de que los resultados electorales de 2024 en México mandan una muy mala señal: no importa si creció la inseguridad, no importa si hubieron muchos escándalos de corrupción, eso no fue castigado, por ello, los nuevos gobernantes preferirán no combatir la inseguridad, porque ello no repercute en las elecciones.

Debemos de modernizar y profundizar nuestra democracia para que incentive mejores resultados, para que sea más satisfactoria para los ciudadanos y estén más dispuestos a salir a votar y a seguir participando en la política de nuestro hermoso país.

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