Al momento de redactar este artículo, no hay un ganador en la elección presidencial de Estados Unidos. Ha sido una elección muy reñida y ya se deja ver un proceso post electoral complejo.

Más allá del resultado, esta elección nos da varias lecciones. Por un lado, la mayoría de las encuestas señalaban una cómoda victoria de Joe Biden, por lo que se volvió a demostrar que estas no son exactamente precisas.

También quedó de manifiesto que la sociedad está sumamente dividida y las redes sociales han contribuido al encerrarnos en una burbuja que nos filtra la realidad para verla desde la óptica y forma de pensar que queremos. Esta burbuja es aprovechada por personas que obtienen beneficios de la polarización y la alimentan, como lo ha hecho el Presidente Trump.

La polarización es peligrosa, pues la política es un proceso mediante el cual se busca acceder al poder, ejercerlo y mantenerlo. Algunos políticos aprovechan la polarización para acceder y mantenerse en el poder, pero es complicado ejercerlo en una sociedad tan dividida.

Para poder implementar las políticas públicas que la sociedad necesita, se requiere de consensos y gobernabilidad; que haya un sano diálogo entre gobierno y ciudadanía. Esto no se logra en una sociedad dramáticamente dividida y llena de rencores.

Es por ello que muchos líderes ven a la política como un medio y no como un fin en sí mismo. Que buscan el poder para ejercerlo de manera que beneficie a la gente, a través del consenso y del diálogo plural.

Desafortunadamente otros líderes se enfocan sólo en ganar elecciones, colocando al poder como un fin. Con tal de obtenerlo parecen capaces de cualquier cosa, como polarizar a la sociedad, hacer promesas irreales y destruir a cualquier adversario político. No les importa que esto genere un caos, con tal de acceder y permanecer en el poder.

Esos líderes suelen ser ególatras que forman gobiernos muy personalistas, con un poder altamente centralizado y resaltando un espiritu nacionalista, patriotico o hasta racista para justificar calamidades como genocidios, guerras o sencillamente resultados económicos y sociales dasastrosos.

Nos encontramos en una época en la que la cooperación es más importante que nunca. Google no produce contenidos, pero organiza la información de los sitios webs de otros; y Airbnb no tiene hoteles, pero colabora con millones de pequeños anfitriones.

Es en esta economía compartida, de la cooperación y los consensos, que los gobiernos de estos líderes polarizadores, nacionalistas y ególatras fracasan en los hechos pero manipulan las emociones de la gente con éxito.

El Presidente Trump se enfrascó en una guerra comercial con China, prometiendo reducir el déficit comercial, sin embargo, es el más grande de los últimos 14 años, los insumos para las empresas estadounidenses son más caros y se ha perjudicado el empleo.

Prometió eliminar el déficit público y, por el contrario, lo ha incrementado, incluso desde antes que apareciera el Covid-19, pues se ha utilizado para inflar artificialmente la economía. Muestra de ello es que los empleos crecían más durante la administración del Presidente Obama.

Los ciudadanos tenemos que elegir líderes que no busquen el poder por el poder, sino que busquen consensos para que el poder se ejerza de forma que beneficie a la sociedad y no a su egolatría.

Director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey

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