En las últimas cuatro elecciones para diputados federales, la coalición con más votos obtuvo más diputados de los que debió haber obtenido de acuerdo con el mandato de la Constitución que limita la sobrerrepresentación, por lo que explico la gravedad de este asunto.

La sobrerrepresentación es algo natural en un sistema de mayoría relativa. Por ejemplo, si el partido amarillo obtiene 30% de los votos y todos los demás partidos obtienen menos del 28% de los votos, entonces el partido amarillo gana y obtiene 100% de los diputados de ese distrito con sólo el 30% de los votos, una sobrerrepresentación de 70 puntos porcentuales (pp), mientras que los demás partidos quedan muy subrepresentados, tienen muchos votos pero no tienen diputados.

Para arreglar esa enorme sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados, se determinó que habría 200 diputados de Representación Proporcional, que se asignan a los partidos según su porcentaje de votación, y que si bien no eliminan por completo la sobrerrepresentación, si la reducen hasta un máximo de 8 por ciento.

El artículo 54 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que los partidos deben obtener una proporción de diputados hasta 8% superior al porcentaje de votos que obtuvieron en la elección nacional de diputados, no más.

Es decir, si un partido obtuvo 35% de los votos, no debe tener más del 43% de los diputados.

Este límite constitucional es muy importante, porque busca que se respete la voluntad de los electores; respetar el principio de que todos los votos son iguales, porque la sobrerrepresentación hace que unos votos cuenten más que otros; evitar que se creen mayorías preponderantemente artificiales; y que haya partidos con una fuerte subrepresentación que compensen a los sobrerrepresentados. Como en 2021, ahora Movimiento Ciudadano tendrá menos diputados de los que debería por la sobrerrepresentación de la coalición que ganó la mayoría de los diputados.

Por ejemplo, de acuerdo con el Consejero Electoral Ciro Murayama, es que en 2018 hubo 5 millones de mexicanos que votaron por el presidente López Obrador para ocupar la Presidencia, pero también votaron por un partido opositor al partido del presidente y sus aliados para la Cámara de Diputados. Esos ciudadanos quisieron ponerle un contrapeso legislativo al actual Gobierno de México y se debe respetar esa voluntad ciudadana.

El problema es que en las últimas cuatro elecciones de diputados federal la voluntad ciudadana no fue respetada, porque, por ejemplo en 2018, la coalición de mayoría obtuvo 46% de los votos para diputados, pero se le asignaron 62% de los diputados, es decir, el doble de lo que la constitución permite como límite de sobrerrepresentación.

En 2012, la coalición del PRI y el PVEM rebasaron el límite de sobrerrepresentación por 0.2 pp y en 2015 esta misma coalición rebasó el límite por 1.7 pp. En 2018, como ya señalé, la colación de Morena rebasó el límite por casi 8 pp y en 2021 volvió a hacerlo por 3.2 pp.

Si bien es cierto que la Constitución impone este límite a los partidos y no a las coaliciones, también es cierto que la sobrerrepresentación en las coaliciones distorsiona la voluntad de los electores y la igualdad del valor de cada voto.

Además, la Constitución no regula la sobrerrepresentación de las colaciones simplemente porque antes no existía.

Antes de 2007, los partidos que iban en coalición aparecían en la boleta electoral juntos. La gente tenía que votar por toda la colación y los que decidían cuantos votos obtenía cada partido integrante de la coalición eran los partidos políticos, quienes lo establecían en su acuerdo de coalición.

En 2007-2008 se realizó una reforma para que cada partido apareciera por separado en la boleta electoral aunque fueran en coalición. Esto, con el fin de que fuera la gente, y no los partidos, quienes decidieran cuántos votos obtenía cada partido.

Antes de 2007 no había sobrerrepresentación de diputados superior al 8% para las coaliciones, porque al tener votos por coalición en lugar de por partido se asignaban diputados por coalición y no por partido.

Ahora, los diputados se asignan por partido y lo que hizo, por ejemplo, Morena en 2018 es que personas afiliadas a dicho partido compitieron por el PT o el PVEM, sus aliados, y una vez que tomaron protesta se cambiaron a la bancada de Morena.

¿Por qué? Morena sabía que iba a ganar muchos distritos electorales con entre 30% y 40% de votos, es decir, con mucho menos de la mitad de los votos, pero de cualquier forma ganaría el distrito correspondiente por mayoría relativa.

Esto provocaría que obtuviera una proporción de diputados mucho mayor al que dictaría su porcentaje de votación nacional, es decir, que Morena iba a estar sobradamente sobrerrepresentada en el Congreso y que eso reduciría el número de diputados que le asignarían por representación proporcional para respetar el límite constitucional de 8 por ciento.

De una forma muy ingeniosa, el PRI en su momento, y ahora Morena, transfirieron algunas victorias a sus partidos aliados, que no se verían tan afectados por el límite de sobrerrepresentación.

Ciro Murayama advierte que son diputados que se postulan por una plataforma, la de un partido, en la que la gente vota por ellos y apenas toman protesta se cambian a otro partido con una plataforma diferente a la que fue votada por los ciudadanos.

La reforma electoral de 2007-2008 estuvo bien, el problema es que no se tomó en cuenta que este inconveniente podría pasar. Dejó un hueco en la ley que debemos subsanar.

Por ello, el Consejero electoral Ciro Murayama propuso que el límite de sobrerrepresentación se aplique tanto a partidos como a coaliciones, y esta es una propuesta que se debe discutir en la siguiente reforma electoral para salvaguardar la voluntad ciudadana y el principio de que cada voto debe valer lo mismo.

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