La industria de los robots humanoides crecerá más de 30% hacia 2026, cuando alcanzaría los 10 mil millones de dólares a pesar de estar en una etapa muy inicial. Esta es una gran oportunidad para nuestro país, que ha mostrado internacionalmente su potencial para esta industria de por sí dominada por Norteamérica.
Recientemente platiqué de esto con Aldo Luévano, cofundador de Roomie, una empresa mexicana y pionera en Latinoamérica en la industria de los robots humanoides.
Roomie ha desarrollado robots que, en el caso de la industria médica, ayudan a detectar casos de Covid-19 sin exponer a humanos al contacto entre personas. También tienen un robot de telepresencia que opera en el hospital 20 de Noviembre de la Ciudad de México, el cual visita regularmente a los enfermos para ayudar a los doctores a mantenerlos monitoreados, mientras que también ayuda a los familiares a poder tener videollamadas con la persona hospitalizada.
También cuentan con robots repartidores, conocidos como robots de delivery.
La industria robótica ha crecido mucho en los últimos años. Otro ejemplo es Da Vinci, un robot que hace operaciones quirúrgicas más exactas que el humano y que permite a médicos operar de forma remota.
La empresa Vicarious ha desarrollado microrobots que se insertan en un cuerpo humano y proyectan en realidad virtual cómo está por dentro, para que así los doctores tomen mejores decisiones médicas sobre los tratamientos e intervenciones quirúrgicas.
En temas de seguridad, ya hay tanques militares autónomos de la compañía alemana Rheinmetall Defence, que a la distancia y mejor de lo que lo haría un humano pueden detectar posibles enemigos.
Aldo Luévano también me comentó que hay robots que están integrando inteligencia artificial para detectar comportamientos anómalos, como el bullying, y entiendo que otros se utilizan para prevenir actos violentos como ataques terroristas o del crimen organizado.
Los robots también se han desarrollado mucho en la limpieza del hogar y en la industria agroalimentaria, en la que detectan y eliminan hierbas malas o insectos, reduciendo o de plano eliminando el uso de pesticidas. También se utilizan en granjas completas que siembran, cuidan y cosechan alimentos de forma autónoma.
Esto podría parecer un problema, porque significa la destrucción de muchos empleos automatizables. Sin embargo, Aldo me comentó que este es un proceso que no podemos evitar y que tiene dos grandes ventajas:
Por un lado, permitirá a las personas llegar más lejos y hacer más con menos, lo que traerá grandes beneficios para los consumidores. Por otro lado, México tiene todo para convertirse en una potencia mundial en materia de comercialización de robots, lo que crearía muchos empleos bien pagados para las y los mexicanos, ya que actualmente hacemos un gran trabajo en la investigación para el desarrollo de robots.
En nuestra conversación, Aldo destacó que muchas veces el Politécnico o la UNAM ganan los primeros lugares en competencias internacionales, como la de RoboCup, en temas de desarrollo de robótica humanoide. El problema que enfrentamos es que normalmente no somos un país que lleve esto al ámbito empresarial.
Nuestras universidades y nuestros universitarios ganan concursos internacionales por el gran trabajo que hacen al desarrollar robots, pero eso no se convierte en empleos ni en empresas porque no hay inversión en el sector.
De acuerdo con Aldo, esto pasa porque es inversión que genera rentabilidad en el mediano y largo plazo, no en el corto plazo, y los inversionistas latinoamericanos buscan una rentabilidad rápida.
Debemos entender que no importa tanto si no hay rentabilidad en el corto plazo, si al final del día existe una gran rentabilidad de negocio. Esto es muy común en las empresas tecnológicas, como Tesla o Airbnb, que durante sus primeros años no tienen ganancias, al contrario, tienen pérdidas, pero que con el tiempo alcanzan un valor de mercado de decenas o centenas de miles de millones de dólares.