Ciudades de todas partes del mundo continúan apoyando decididamente el uso de la bicicleta, una tendencia que creció significativamente con el surgimiento de la pandemia. Lejos de apagarse, se han mantenido acciones, iniciativas y políticas en esa dirección, y recientemente hemos presenciado anuncios muy interesantes al respecto.
En noviembre de 2021, la ciudad de Milán aprobó un plan para crear una red de 750 km de ciclovías bien separadas de los automóviles para proteger a los ciclistas. Para dimensionarlo, 750 km es similar a la distancia que hay entre el zócalo de la Ciudad de México y Tepic, en Nayarit.
La ciudad italiana planea terminar los 750 km para 2035, pero ya hay nuevos tramos que serán estrenados en verano de 2022, los cuales tendrán sensores para hacerlos inteligentes.
Así, el 86% de sus habitantes vivirán a menos de un kilómetro de la red de ciclovías y se espera que esto ayude a reducir la contaminación en una de las ciudades con peor calidad de aire de Europa. De acuerdo a la medición oficial de Milán, el transporte emite 50% de las partículas contaminantes menores a 10 micrómetros y la mitad del óxido nitroso de la ciudad.
Desde marzo de 2020 se han creado más de 1,500 km de ciclovías en ciudades europeas y mil kilómetros más están en construcción.
París es una de las ciudades punteras de este movimiento y recientemente amplió su plan de eliminar la mitad de espacios de estacionamiento para automóviles, al retirar 70% de dichos espacios; al tiempo que van a triplicar los estacionamientos para bicicleta de 60 mil a 180 mil. Además, en octubre del 2021 anunciaron la creación de 180 nuevos km de ciclovías.
La creación de ciclovías en París ha funcionado muy bien, pues desde 2020 se incrementó el uso de la bicicleta en un 70 por ciento.
En París también trabajan por extender su programa de domingos sin automóviles a más zonas y están promoviendo más partes de la ciudad con reducciones importantes a los límites de velocidad.
No obstante, el plan más ambicioso para zonas libres de automóviles se gesta en Berlín, donde un grupo de ciudadanos crearon una iniciativa para crear la zona urbana sin vehículos más grande del mundo. Esta zona llegaría a ser más grande que la isla de Manhattan, lo que es más o menos la superficie del municipio de San Pedro Garza García, en Nuevo León, o el doble de la alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México.
Para que todo ese espacio sea libre de automóviles, la propuesta debe ser aprobada este febrero por sus gobernantes, o bien los ciudadanos se verán forzados a juntar 175 mil firmas para que se mande a votación oficial en 2023. Por ahora tienen 50 mil firmas reunidas.
Quienes impulsan la propuesta señalan que buscan que la gente pueda dormir con las ventanas abiertas y que los niños puedan volver a jugar en la calle. Que los abuelos puedan andar en bicicleta de manera segura y tener muchas bancas para tomar un respiro.
Esto es posible ya que en Berlín el transporte público es muy eficiente. Sin ello, sería difícil pensar en un área tan grande con muy pocos vehículos privados, permitidos sólo en casos especiales.
Hablando de transporte público, en la capital de China, Beijing, comprar un ticket para tomar el tren podía tardar hasta 20 minutos, algo que recuerda las largas filas en el metro de la Ciudad de México para recargar la tarjeta o comprar un boleto de acceso.
Fue así que crearon una plataforma online para comprar accesos, la cual reduce los tiempos de espera hasta en un 80% y acorta las colas estándar en un 40 por ciento. La Ciudad de México anunció el año pasado que hará algo similar, lo cual es un gran acierto.
Otro ejemplo es el BiciBus de Barcelona, un programa que cierra a lo largo de una hora algunas calles a los automóviles, los viernes, para que así los niños pequeños puedan ir cómodos y seguros a la escuela en bicicleta y así adquieran experiencia y confianza. Recientemente han anunciado que quieren expandir el programa para cerrar más calles.
La idea no es combatir a los automóviles, que son un medio de transporte espléndido y muy útil. La idea es que trasladarse por las ciudades sea más placentero, seguro, saludable en todo sentido y eficiente.
Por ahora, la única forma viable de reducir el congestionamiento vehícular es disminuir el número de automóviles en las calles y eso se logra promoviendo métodos alternativos de transporte o apoyando el car-sharing, para que cada automóvil mueva la mayor cantidad de personas posible.
Si hay menos automóviles circulando por las calles, los que circulen podrán moverse de forma más rápida y cómoda. La idea es que los automóviles sean ocupados en los trayectos donde realmente se necesitan y que el resto de los viajes se lleven a cabo en un transporte público digno, eficiente y seguro; o bien caminando, en bicicleta, scooter; o que simplemente se eviten traslados innecesarios.
En México urge tomar acciones más contundentes para reducir nuestra contaminación y mejorar la movilidad urbana. Estas experiencias internacionales son un buen ejemplo para nuestro país que es de los más vulnerables ante el cambio climático y por lo tanto está obligado a combatir la crisis climática con sentido de urgencia, especialmente en el sector del transporte que representa una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en las ciudades mexicanas.