El martes 20 de octubre realizamos el lanzamiento de ‘Entorno y Futuro’, la nueva revista digital del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey, el cual tengo el gusto de dirigir. Durante el evento expuse algunas reflexiones sobre la importancia de las ciudades, mismas que comparto con ustedes en este espacio.
Por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y se estima que para 2050 lo harán dos terceras partes. México es un país mayoritariamente urbano, siendo que el 74% de nuestra población vive en ciudades de más de 15 mil habitantes.
Es en las ciudades donde se genera la investigación, se fomenta la innovación y se difunde más rápido el conocimiento y el progreso tecnológico; además es donde se incrementa la productividad y la generación de riqueza, así como el acceso a los servicios de salud, de educación, de agua potable, entre otros que mejoran los niveles de vida de la gente.
No obstante, el crecimiento de nuestras ciudades ha sido desordenado, generando enormes inconvenientes y riesgos para amplios sectores que forman parte de ellas. Muchos mexicanos, por ejemplo, destinan entre el 45 y 50% de sus ingresos en gastos de transporte y de vivienda, ya que hemos creado ciudades poco densas y muy extendidas horizontalmente. La mancha urbana de las ciudades mexicanas ha crecido siete veces durante los últimos 30 años, mientras que la población únicamente se duplicó.
Se han construido viviendas tan alejadas de las zonas centrales de las ciudades, que en muchos casos han sido deshabitadas por incidir negativamente en la calidad de vida de sus residentes. Esto ha contribuido a que se registren alrededor de 5 millones de viviendas abandonadas en todo México, suficientes para albergar a casi todos los habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México.
En las ciudades horizontales se privilegia el uso de automóvil, al que le dedicamos alrededor de 70% del espacio de la vía pública y el 80% de los recursos de los presupuestos de movilidad, aunque en las grandes ciudades apenas representa el 20% del total de los viajes que se realizan.
Además de reducir significativamente los ingresos de las familias mexicanas, todo esto genera más contaminación y mayores afectaciones a la salud. Es importante señalar que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada año fallecen prematuramente más de 7 millones de personas alrededor del mundo por respirar aire contaminado.
Por todo esto, necesitamos planear, construir y reconvertir mejores ciudades. Ciudades en donde podamos satisfacer nuestras necesidades básicas pero sobre todo ciudades que cuenten con las condiciones para que cada uno de nosotros sea capaz de ser quien sueña ser.
Además, nuestras ciudades deben adaptarse mejor al mundo en el que vivimos. Estamos inmersos en la economía del conocimiento, la economía digital. Una nueva economía que surgió a partir de la invención del internet y que nos permite obtener, procesar, almacenar y transmitir cada vez más información, de forma más rápida, barata y segura.
Estos avances científicos y tecnológicos han hecho que cambie nuestro estilo de vida; la forma de trabajar e incluso en la que nos relacionamos; la capacidad de educarnos cada vez más a través de internet, de eventualmente transportarnos en vehículos autónomos, de poder modificar el genoma humano para evitar enfermedades. De igual forma nos permiten el uso intensivo de las energías renovables, para proveernos de más energía de forma sustentable; así como de la inteligencia artificial, para alcanzar mejores niveles de vida.
Aquellas ciudades y sociedades que tengan mayor éxito para adaptarse a este nuevo mundo, serán las que gozarán de mayores y mejores oportunidades para su población. Por el contrario, aquellas ciudades y sociedades que no lo logren se quedarán inevitablemente atrás, en perjuicio de sus habitantes y en especial de los grupos más vulnerables. Más frente a la pandemia del COVID-19 que enfrentamos, que además de toda la tragedia humana y económica que conlleva, está acelerando las tendencias de esta nueva economía digital.
Así nace el Centro para el Futuro de las Ciudades y nuestra revista digital ‘Entorno y Futuro’, la cual informará y dará voz a todos los interesados en temas urbanos; a las autoridades, profesores, investigadores, estudiantes y emprendedores; pero en especial al ciudadano, que debe ser el centro de todas las acciones y metas de las ciudades.
Queremos ciudades libres, incluyentes y solidarias, donde todos nos asumamos corresponsables del bienestar de los demás. Los invitamos a que nos acompañen y a que contribuyan a esta gran aventura.
El futuro de las ciudades es promisorio y el reto es que lo sea para todos los que las habitamos.