Gane quien gane la elección de este martes 5 de noviembre en Estados Unidos, la relación entre EE.UU. y México será tensa y complicada.
Ambos candidatos, Kamala Harris y Donald Trump, tienen una posición fuerte respecto a la relación con México. La diferencia es que si gana Trump la relación dependerá más de su voluntad y humor, lo que la hará más impredecible y volátil. Si gana Harris, también tendrá una posición dura con nuestro país, pero será más institucional.
Estas elecciones no sólo son importantes para EE.UU., pues también determinarán en gran medida el potencial crecimiento de nuestra economía en los próximos años.
Desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) en diciembre de 1992, las exportaciones mexicanas se han multiplicado por aproximadamente 10, al pasar de exportar 50 mil millones de dólares en 1993 a exportar 500 mil millones de dólares en 2023. La inversión de extranjeros en nuestro país también se multiplicó por más de 8, al pasar de 4,300 millones de dólares en 1993 a alrededor de 35,000 millones de dólares en 2023.
Son los Estados Unidos el principal comprador de nuestras exportaciones, más del 80% y el principal inversor en México. Esto ha creado millones de empleos muy bien pagados en nuestro país, los mexicanos que trabajan en los sectores exportadores ganan 38% más que el resto de los mexicanos. Casos de éxito como la industria automotriz, las manufacturas o la parte muy exitosa de nuestro campo mexicano se explican en gran parte por nuestra relación con nuestros aliados de Norteamérica.
Pero esta dependencia no es unilateral. México también es importantísimo para Estados Unidos. La industria estadounidense es más competitiva y rentable gracias a la integración con México. La razón es que muchos productos que se venden como “hechos en EE.UU.” en realidad son fabricados en colaboración con empresas mexicanas, lo cual hace más eficiente y económico el proceso. Por ejemplo, cada vehículo ensamblado en Norteamérica cruza la frontera unas ocho veces antes de estar terminado, añadiendo valor en cada cruce. Esta profunda interdependencia muestra que ni México ni Estados Unidos son completamente autosuficientes; nuestras economías están interconectadas.
A partir del TLCAN, ambos países empezaron a verse como aliados estratégicos, como socios comerciales que podían competir juntos en el mercado global.
No obstante esta relación también tiene sus retos, como el tema de la migración, las drogas ilegales y la venta de armas.
Esta relación está por entrar en un momento clave, en el que puede haber una gran oportunidad para México o un momento fatídico de quiebre. Pronto habrá una revisión del T-MEC que se puede convertir en una renegociación, esto en medio de visiones del mundo más proteccionistas a partir de una relación más complicada de occidente con China.
Los líderes mundiales abogan por una vuelta al proteccionismo, no obstante, muchos de ellos piensan competir por regiones en lugar de competir por países. Si EE.UU., Canadá y México deciden competir como región y proteger la industria de los tres países, esta será una gran oportunidad para los mexicanos, pues tendríamos un mayor acceso al mercado estadounidense, un mercado de muy rápido crecimiento, que es mucho más dinámico que el europeo que a su lado parece estancado, y que le va ganando la partida a China. Hace unos años, muchos pronosticaban que China superaría a los EE.UU., hoy vemos como la economía china es, por lo menos, una tercera parte más pequeña que la norteamericana. Tener un mayor acceso a venderle al mercado estadounidense es una gran oportunidad para mejorar la calidad de vida de millones de mexicanos.
Sin embargo, si el proteccionismo se establece por país, Estados Unidos y Canadá limitan las importaciones de los países de fuera, incluyendo a México, si perdemos acceso a esos mercados, los mexicanos estaremos en problemas. Tan solo el estado de Texas tiene una economía más grande que todo México, venderle a EE.UU. es como venderle a todo un continente, nuestras ventas internacionales disminuirían muchísimo, al igual que la inversión y la creación de empleos bien pagados.
Por ello, los mexicanos debemos estar muy bien preparados para la posible y dura renegociación del TMEC. Eso empieza por alinear las cosas en México, no podemos llegar divididos, con una débil situación financiera, un nulo crecimiento económico porque es igual al crecimiento de la población, los poderes de la unión peleados y los mexicanos divididos.
Hago un llamado a que no perdamos de vista que los mexicanos tenemos que juntos defender el interés nacional, y no hay nada más importante que la mejora continua de la calidad de vida de todos los mexicanos, más resultados y menos ideología.
Es preocupante cómo crece una percepción en Norteamérica de que México ya no es un socio confiable, es inseguro, sin Estado de Derecho. Hoy más que nunca está en riesgo la disolución de nuestra alianza comercial. Para que no se disuelva, tenemos que prepararnos a negociar mucho más de lo que hoy existe, más integración, políticas públicas más alineadas en los campos energético, logístico, aduanero, por lo menos.
Ha iniciado una carrera para determinar donde termina Norteamérica, si en el Río Suchiate como ahora, o ya va a terminar en el Río Bravo. Los mexicanos debemos estar listos para defender de qué región queremos ser y qué calidad de vida queremos tener.