Estamos en medio de una fuerte controversia sobre el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), que podría terminar por favorecer el uso de combustibles fósiles e inhibir el desarrollo de las energías renovables. No hay duda que es un tema más complejo, con muchas implicaciones como la seguridad y la confiabilidad del SEN, así como el incumplimiento de compromisos internacionales en materia ambiental y el aumento de precios para todos los mexicanos.
Para entender mejor lo que pasa, empecemos por recordar que los paneles solares sólo producen electricidad cuando reciben la radiación solar suficiente. Esto implica que durante la noche o cuando algún objeto o una nube los bloquea, interrumpen su producción; lo mismo sucede con los generadores eólicos, que dependen de que haya suficiente viento. Es decir que estas fuentes no producen electricidad de forma constante, sino variable.
En abril de este año, el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) publicó un acuerdo en el que se considera que la variabilidad en la producción energética de las fuentes renovables compromete la confianza y la seguridad en la correcta operación del SEN. Al poco tiempo, la Secretaría de Energía (SENER) publicó la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional, que adoptó a la “confiabilidad del sistema” como el nuevo principio rector del mercado eléctrico.
Con base en el argumento de que la intermitencia de las fuentes renovables erosionan la confianza del sistema, la SENER también facultó al CENACE para frenar la conexión entre las nuevas centrales de producción eléctrica de fuentes renovables y el mencionado Sistema Eléctrico Nacional. Asimismo, la Comisión Reguladora de Energía aprobó un aumento de hasta 800% en las tarifas que le cobran a privados por la transmisión de electricidad mediante la red del Estado.
Además de la confiabilidad y la seguridad del sistema eléctrico, desde el gobierno también se ha argumentado que muchas plantas productoras de energías renovables reciben subsidios y precios demasiado bajos por usar la infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), algo que percibe como injusto. Por ello, emprendió estas medidas que inhibirían la producción de energía eléctrica por fuentes renovables, a lo que diversos actores involucrados interpusieron amparos a efecto de suspenderlas hasta que el Poder Judicial resuelva los litigios.
Los seis principales argumentos de las partes interesadas y de los especialistas en contra de las medidas del Gobierno Federal, son los siguientes:
Primero. Las empresas de energías renovables no reciben subsidio alguno. Hay contratos que tienen precios bajos, pero no es un subsidio; lo que pasa es que fueron empresas que construyeron líneas de transmisión que le fueron donadas a la CFE, por lo que ahora solamente pagan el precio de la operación que hace la Comisión de esa infraestructura de transmisión eléctrica. El precio que pagan no incluye la construcción de la infraestructura, pues ellos se la donaron a la CFE.
Segundo. Las energías renovables no ponen en riesgo la confiabilidad del SEN por varias razones. En México, la electricidad eólica y solar representan apenas el 7.5% del total de la electricidad, un porcentaje muy pequeño para todo el sistema. En otros países, estas fuentes representan más del 40% de la electricidad y hay ciudades donde llega al 100 por ciento, con un sistema seguro y confiable. Si se quiere fortalecer la confianza, en lugar de frenar el desarrollo de las renovables se debería de modernizar la infraestructura del sistema eléctrico.
Tercero. Las plantas privadas de energías renovables benefician mucho a la CFE y a todos los mexicanos. La Comisión produce electricidad de forma más cara que los privados, por lo que al comprarles a ellos la energía, la misma CFE y con ella todos los mexicanos, ahorramos muchos millones de pesos.
Un ejemplo de ello es que en uno de los últimos ejercicios de subasta que se hicieron en México, se fijó un récord local y global por alcanzar un precio tan bajo al cual se le ofreció electricidad a la CFE, proveniente de generadores eólicos. El precio en esta subasta alcanzó los $340.00 pesos el megawatt / hora, y, para ponerlo en contexto, el precio promedio en 2018 de la red eléctrica era de alrededor de $1,500.00 pesos el megawatt / hora; y en 2019 fue de 1,300.00 pesos. Esto quiere decir que las subastas de energía eólica en México han llegado a ofrecer a la CFE electricidad entre tres y cuatro veces más barata que la proveniente de fuentes tradicionales.
Si se frena la producción de renovables, los mexicanos pagaremos precios más altos en la tarifa de luz y el gobierno dispondrá de menos recursos en materia de salud, educación, seguridad y combate a la pobreza.
Además, de acuerdo con la consultora McKinsey, la construcción de centrales renovables produce más trabajos que los que generan los combustibles fósiles. Por cada 10 millones de dólares gastados en infraestructura de renovables, se crean en promedio 75 empleos; mientras que por la misma cantidad invertida en infraestructura de plantas de fósiles, únicamente se crean 27 puestos de trabajo.
Cuarto. Las medidas que pretende el Gobierno Federal vulneran la libre competencia que respalda nuestro marco jurídico, ya que se inhibe de forma injusta y sin sustento la participación de las empresas generadoras de energías renovables, y se favorece la concentración de la producción en las plantas de combustibles fósiles de la CFE, que resultan más ineficientes, costosas y contaminantes.
Quinto. Se ahuyenta a la inversión en México. Los inversionistas construyen infraestructura y crean empleos en países donde tienen la certeza de que las leyes y las políticas de los gobiernos no van a cambiar en su perjuicio. Van a los países en los que tienen la confianza en que sus contratos se van a cumplir. Esto es muy preocupante pues, en el caso particular, México está mandando señales de que las reglas pueden cambiar y de que los contratos pueden no respetarse.
Sexto y último argumento, que sin duda es el más importante de todos: el cambio climático, que, como dice el Dr. Mario Molina, es el problema ambiental más serio que ha tenido la humanidad y del que frecuentemente nos percatamos que es peor de lo que nos habíamos imaginado.
Es importante recordar que México firmó compromisos internacionales para reducir las emisiones contaminantes, por lo que estamos obligados por nuestro marco jurídico a contaminar menos. En el sector eléctrico eso implica producir menos electricidad a partir de combustibles fósiles y más a partir de fuentes limpias y renovables.
Algunos expertos afirman que el gobierno busca reducir la producción de renovables y ampliar la de la CFE, para así poder deshacerse del combustóleo.
Cuando Pemex produce un litro de gasolina, como subproducto también se crea cerca de un litro de combustóleo, que es un combustible altamente contaminante, del que no nos podemos deshacer más que quemándolo para así producir electricidad, pues ya nadie lo compra. Incluso, las refinerías en México han reducido su producción de gasolinas por falta de espacio para almacenar el combustóleo.
El Gobierno Federal está decidido a incrementar la refinación de gasolinas, por lo que producirá más combustóleo y algunos especialistas señalan que querrá deshacerse de él vendiéndolo a la CFE para que produzca electricidad, lo que resultaría más costoso para los mexicanos y altamente contaminante para nuestro entorno.
De acuerdo con expertos en la materia, la central termoeléctrica de Tula emite a la Zona Metropolitana del Valle de México el 56% de las partículas más pequeñas inhalables, menores a 2.5 micras (las llamadas PM2.5), así como el 75% de los óxidos de azufre y el 43% de los óxidos de nitrógeno. Estudios recientes estiman que esa termoeléctrica es responsable de más de 14,000 muertes prematuras al año en Tula y en la Zona Metropolitana del Valle de México. Esta central, al igual que otras, podría operar con gas natural que es mucho menos dañino que el combustóleo.
Pemex llega a perder dinero al sacar petróleo, a perder más dinero al refinarlo y nuevamente a perder dinero al preferir usar combustóleo en la producción de electricidad. Esto, en vez de optar por el aprovechamiento de las fuentes renovables ya instaladas en México.
La situación es seria, por eso hay ciudades de varias partes del mundo que han demandado a empresas contaminantes por afectar la salud de sus ciudadanos. En México, el Congreso de Tamaulipas aprobó recientemente un impuesto a empresas contaminantes, incluyendo a la CFE y a Pemex.
Más allá de quién tiene razón, si la actual administración o los que están en contra de estas medidas gubernamentales; e independientemente de lo que termine resolviendo el Poder Judicial, hay algo que es innegable: México tiene un enorme potencial en energías renovables que debemos de aprovechar. Es tanto ese potencial, que México era considerado el décimo país más atractivo del mundo para invertir en energías renovables y esto ha dejado de ser así por la incertidumbre con la que se enfrentan los inversionistas, siendo algo que todavía podemos resolver. Debemos de aprovechar que nuestro país tiene mucho potencial en lo solar y eólico, e incluso en lo geotérmico.
Las fuentes renovables también nos permiten producir electricidad de forma descentralizada, es decir, no se necesitan de grandes plantas de energía para generar electricidad en lugares donde la red tradicional no llega por sus altos costos. Por ejemplo, Iluméxico es un emprendimiento innovador que ayuda a las familias mexicanas en zonas remotas a tener electricidad mediante paneles solares, lo que les permite refrigerar alimentos, informarse y educarse mejor, y tener alumbrado.
Es una realidad que el mundo está abandonando paulatinamente las fuentes fósiles y se dirige hacia las fuentes renovables. Hasta los países árabes, históricamente potencias petroleras, tienen ambiciosos planes para fomentar la producción de energías renovables. En Escandinavia, Noruega está usando su famoso fondo de estabilización para hacer inversiones en su transformación total hacia las energías renovables.
No nos conviene quedarnos atrás, porque en algunos años podrían excluirnos o aplicarnos costos adicionales por contaminar más de la cuenta. Los cambios en el sector energético pueden tardar muchos años en concretarse, así que cuando nos demos cuenta podría ser demasiado tarde. Tenemos que tomar hoy las decisiones correctas que vamos a ver concretadas en cuatro, cinco o diez años. Es ahora cuando tenemos que ir creando toda la infraestructura, la cadena de suministro y la muy importante relación con las comunidades, para así crear un ambiente de negocios estable entre el Estado, sus empresas productivas y los privados. No hacerlo es ir en contra de la realidad.
En resumen, México tiene un gran potencial para las energías renovables. Lo mejor que podemos hacer es aprovecharlo, porque el mundo se dirige hacia allá y es riesgoso quedarnos atrás.
Para ahorrarnos dinero, crear más empleos, fortalecer nuestra soberanía energética, y cuidar nuestra salud y el medioambiente, apostemos a las fuentes limpias y renovables; fortalezcamos las líneas de transmisión y hagamos un portafolio energético más diversificado.
Es entendible la preocupación que tiene el gobierno para asegurarse de que México produzca toda la energía que requiere, sin depender de nadie más y aprovechando nuestros recursos energéticos. No obstante, la mejor manera de lograr esto en el siglo XXI es apostando por las energías renovables, además de que podemos ser una potencia mundial en ello.
También es importante recordar que estamos en un cambio de época, en el que la economía se basa en la cooperación: Airbnb, Uber y Google crecieron rápidamente porque sus negocios se basan en la cooperación. Airbnb no iba a poder construir por sí misma tantos cuartos de alojamiento; Uber no iba a poder adquirir tantos vehículos y conductores en tan poco tiempo; Google no se fijó el objetivo de publicar tanta información interesante, simplemente hizo una plataforma para organizar toda esa información que publican millones y millones de personas a través del internet, aprovechando así el trabajo de los demás. Estas empresas son un muy buen ejemplo del poderoso crecimiento exponencial a partir de la cooperación, y hay más:
YouTube, Facebook, Tiktok, Spotify, Netflix y muchas otras compañías exitosas han entendido que ahora lo importante no es trabajar por su propia cuenta, sino tendiendo alianzas. La CFE y Pemex, empresas productivas del Estado y de todos los mexicanos, podrían crecer de manera importante si hicieran algo similar: consolidar y alcanzar más alianzas estratégicas con las empresas privadas.