Después de dos días contundentes, llenos de mensajes, ideas, silencios, no podemos ser los mismos. La marcha de las mujeres por las mujeres que han matado sólo por ser mujeres, nos deja fragmentados, pero con mucha esperanza.
Hoy, hablar del pobre Rafa Puente, que sigue sumando derrotas, o de las Chivas enrachadas; incluso, del mismo coronavirus y su paso letal a los eventos deportivos , es poco sensible a lo que México, gracias a sus mujeres, vivió. Nuestro país se movilizó, se conmocionó, y ojalá los hombres hayamos entendido el mensaje.
Las estructuras en los lugares donde trabajamos necesitan replantearse muchas cosas que estos dos días nos hicieron entender las mujeres.
Venimos de una narrativa del hombre para el hombre, sin darnos cuenta que ellas no tuvieron esas oportunidades para crear los deportes, practicarlos, comentarlos, narrarlos, venderlos, investigarlos. Necesitamos cambiar. Nos urge.
Un fin de semana donde el clásico capitalino fue espectacular, el tema de Renato Ibarra y la violencia familiar, o el caso alarmante de Marco García, el muchacho de Pumas que le tomaba fotos a la maestra abajo de su falda, quien tuvo una sanción endeble, nos hacen cuestionarnos si en verdad queremos seguir en este mundo de machos para machos.
Después de 48 horas intensas, llenas de mensajes, ideas y silencios, no podemos ser los mismos.
¡Bienvenidos, bienvenidos! A un 8 y 9 de marzo que nunca deberán olvidarse y por fin escuchar e integrar a la mujer en todas las aristas.
@EnriqueVonBeas