Al mediodía, Tigres vuelve a jugar una final de talla mundial. Así es, uno de esos juegos que visten. Pero creo que sería bueno dimensionarlo, ya que —en días de polarización— hemos perdido contextos y servirán mucho para entender mejor lo que se juega:

1.— Si Tigres llega a ganar la final, sin duda sería el mejor resultado —a nivel de clubes— de nuestro futbol, no sólo por el tema de ser campeón del mundo, sino por el hecho de frenar al mejor equipo —hoy en día— del planeta, el cual además busca el famoso sextete, que sólo ha ganado el Barcelona.

2.— Tigres puede competir, cierto, pero el amplio favorito es el equipo alemán y ahí es donde Manuel Neuer, portero del Bayern Munich, declaraba que no se jugaba con el mismo ritmo, y eso es muy cierto.

Más allá de hablar de probabilidades o costos de nóminas, la Liga MX está lejos, muy lejos, del G14 (equipos europeos más poderosos del mundo) en infraestructura y recursos para preparar a sus planteles.

El deporte es emocionante, porque podrías llegar a emparejar las cosas, pero sería más por una serie de factores que por temas de lógica competencia.

3.— Es mejor ganar el Mundial que la Libertadores, falso. En México, seguimos demeritando el torneo de clubes que mejor nivel tiene, la única diferencia es que enfrentas al mejor del mundo, pero sólo es un partido el de alta competencia.

4.— Tigres tuvo suerte para jugar esta final, cierto, muy cierto; de hecho, no se juzga; es más, se aplaude y reconoce que por fin un club mexicano que encare en semifinales al de Sudamérica le gane, pero es una realidad que el sorteo jugó a favor de Tigres; de lo contrario, América, Monterrey y hasta el mismo Cruz Azul ya hubieran logrado algo similar.

5.— Tigres ya es el cuarto grande. El debate se debería abrir y ahí nos daríamos cuenta de que sólo tenemos dos. América y Chivas, a regañadientes por sus últimos bandazos, pero Cruz Azul y Pumas se deberán pelear el tercer puesto contra Toluca, Monterrey, León y Tigres . Así como ver si Santos y Pachuca se quieren subir a ese ring.

Por último, me gustaría (aunque entiendo a la industria de la polarización) que dimensionemos que estamos ante el posible mejor resultado de un club mexicano, si gana; de lo contrario, estaremos ante otra muy buena actuación de una Liga a la que le urge rozarse con proyectos más grandes que la Concacaf.

¡Bienvenidos, bienvenidos! A los mitos de la final de Tigres.

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