Sé que el tema del momento son las parrandas de las Chivas o el gran liderato del América. Pero ayer, con la noticia de las sedes mundialistas para la edición de los 100 años de historia, se me revolvió el estómago.

He tenido la fortuna de estar presente en las últimas cinco ediciones de la Copa del Mundo y todas aportaron recuerdos imborrables, que dejan las mejores memorias de un evento deportivo.

Sin embargo, las locuras de la FIFA y el experimento de poner en toda Norteamérica la justa, a lo largo y ancho de tres países que no comparten muchas cosas culturales, hacen pensar que es un invento, en el que —para quedar bien con México— nos darán un porcentaje mínimo de partidos.

Pero es mucho más ridículo el tema de darle un solo juego inaugural a los países latinoamericanos (mejor dicho, sudamericanos), mandando el mensaje claro y contundente de que no tienen la capacidad —y ni la tendrán— para cumplir con las exigencias actuales que pide la FIFA para albergar el evento.

Por si fuera poco, después de eso lo llevarán a Portugal, España y Marruecos, que tampoco comparten idioma ni temas culturales.

En la FIFA se han perdido y no se ve que se quiera componer el camino, para volver a la parte más emocionante del evento que cada cuatro años, gracias a un balón, paraliza el planeta. En fin, lo de ayer fue de risa. Veremos qué más locuras sigue generando Gianni Infantino y sus compinches.

¡Bienvenidos, bienvenidos! A ese día en el que sabes que le están dando en la ma (dre) a la Copa del Mundo.

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