La cosa está brava. Los Diablos Rojos del México, que se han reencontrado con sus aficionados en la Ciudad de México, han fallado.
Hoy, estará a reventar el estadio Alfredo Harp Helú para el sexto juego de la Serie de Campeonato en la Zona Sur ante los Leones de Yucatán, pero —seamos serios— con el robo de señales y la cultura de la trampa no se puede.
La institución, más allá de la Liga Mexicana de Beisbol, está obligada a generar un mensaje como nunca antes, cortar de tajo y crecer, para bien de la marca más ganadora del deporte profesional en México. El dueño de este equipo es uno de los grandes promotores, sino que el más importante del beisbol en nuestro país, como para dejar un asterisco de este tamaño.
Explico un poco qué es lo que se sabe hasta ahora. Miguel Ojeda, director deportivo de Diablos Rojos, solicitó al productor de sus transmisiones manipular las tomas para que se vieran las señales del catcher de Leones, y no las del de casa. Con esto, la LMB investigó y se logró una sanción muy fuerte y una suspensión de un año al directivo.
Lo que se tiene que esclarecer es si hubo robo de señales o sólo fue la manipulación de las imágenes, así como hacer el ejercicio a profundidad, por parte del equipo escarlata, y llegar al fondo para no manchar su imagen y el cariño de una afición que vuelve a crecer con la empatía del aficionado de la capital.
Mucho en juego para cambiar la narrativa y que esto no sea un caso más de robo de señales estilo Astros de Houston o Red Sox de Boston en sus respectivos últimos campeonatos.
Valdrá la pena hacer un esfuerzo mayúsculo y, si logran en el diamante llegar a la Serie del Rey —que comienza el viernes—, puedan hacerlo con la moral y la conciencia tranquila de que las malas prácticas son un error mayúsculo de personas que no regresarán al club.
¡Bienvenidos, bienvenidos! Al día en el que tenemos que hablar de la trampa deportiva.
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