Después de las imágenes que le han dado la vuelta al mundo, con el aficionado mexicano ensangrentado, tras ser agredido por otro fanático que ingresó al estadio de los 49ers de San Francisco con un cuchillo y lo mandara al hospital, la situación ha generado muchas reflexiones, sobre todo porque estamos a menos de tres años de un Mundial que tendrá a 48 selecciones nacionales jugando el 80% de los partidos en Estados Unidos.
Si bien es cierto, la pandemia de violencia vinculada a los deportes en general es una constante, esta situación obliga a los organizadores de eventos —que hoy en la Copa Oro han sido superados en sus protocolos y reglamentos— a hacerse una pregunta que pesa y mucho en la cultura del aficionado que paga y viaja para ir a ver a su Selección, pero también para enfiestarse: ¿Vale la pena?
Esa degradación que te suele dar el alcohol y que provoca que presentes tu lado más oscuro, es peligrosa. No debemos olvidar que en Qatar se dio toda la presión para que se vendiera cerveza al menos en los estadios, aunque al final sólo se dio en los palcos VIP.
Acá —en los estadios de Estados Unidos— venden también diferentes destilados, además de que se fomenta el espacio abierto en los estacionamientos para hacer los famosos tail gates, fiestas en los coches para sacar un asador y hacer comida, acompañada de bebidas.
En los juegos de México, el tiempo de ingesta de bebidas con alcohol es de seis horas promedio. A esto, le sumamos el caldo de cultivo de violencia que se genera también por la situación de discriminación con la que crece la mayoría de estos aficionados, lo que ha generado que en muchos de los partidos de la Selección se susciten varias broncas en las tribunas y en los alrededores del inmueble.
Pero, sin duda, la imagen de un cuchillo en las tribunas prendió todas las alarmas y hoy se debe empezar a trabajar en medidas y soluciones reales, para que esto no se repita o que siga la escalada de violencia.
¡Bienvenidos, bienvenidos! A la preocupación del Mundial 2026: ¿Vender alcohol?