No quiero exagerar, sólo dimensionar las cosas. En el estricto sentido de lo que uno espera y recibe, en la fotografía completa de un partido que dejó una tremenda conclusión: en la cancha existe la congruencia.
La razón es muy sencilla: después de casi 11 meses de no jugar, se vio una conjunción y un trabajo bien fundamentado a lo que quiere y puede la Selección Mexicana del Tata Martino.
Cuando el Martinismo llegó a México, se venía de una etapa de confusiones y mucho verso. Incluso, se tuvo una tortuosa elección en medio de casi 20 candidatos reportados por esta casa editorial. De ahí, se le acomodaron las aguas a la FMF y llegó el argentino.
Como es costumbre, la efectividad ante rivales de la zona es tan alta que el único juego malo que se ha tenido en esta gestión fue contra Argentina. Pero ya le ganó a Chile, Paraguay, Venezuela, Ecuador, Estados Unidos en dos ocasiones, incluida la final de la Copa Oro, con un mismo sello táctico.
Y eso es lo que debe dejar muy satisfechos a todos. Créanme que lo complejo para el armado de este juego fue mucho; de hecho, para mí se tuvo que haber cancelado, pero vistos los resultados y lo que se pasó en la cancha, se justifica el trabajo del estratega argentino con el Tri.
Falta lo de siempre: la definición, pero ahí el que debe entender su nuevo rol es Raúl Jimenez. A Pizarro se le vio muy chato y fuera de ritmo, pero ahí esta el Chucky y, al juntarlos con el Tecatito, tenemos un tridente al frente muy competitivo. Además, con un Héctor Herrera más armador y Edson recuperando y corriendo el box to box. Incluso, hasta Tala le meterá mucha presión a Ochoa.
En pocas letras, el Tata —con congruencia en la cancha— calma las aguas de los siempre rasposos entornos de nuestra amada Selección. ¡Bienvenidos, bienvenidos! Al día que podemos decir: juegazo de México contra el cuadro alterno de los Países Bajos, en Ámsterdam.