Después de la tremenda victoria de la novena mexicana en Phoenix, ante la potencia del Clásico, la perspectiva cambia.
El cuadro de Benjamín Gil sacó su mejor repertorio a la ofensiva, para pegarle duro a Estados Unidos, y volver a tener en sus manos el destino para avanzar a la siguiente ronda.
Es una realidad que entender los torneos de formatos cortos en el beisbol es muy diferente a los sistemas de competencia con series, para buscar a un campeón. De ahí que pueda ser sólo anecdótica, de nueva cuenta, la victoria sobre el país que más invierte en este espectáculo.
Puede darse el caso de que aunque se le ha ganado con franela blanca, verde y ahora roja, el equipo no trasciende.
Parte de esta Selección viene del fracaso olímpico en Tokio, en donde se hizo el ridículo.
Lo que, al parecer, ahora se tiene es una generación de peloteros que pesan en juegos importantes en Grandes Ligas.
Es cierto, faltan Gran Bretaña y sobre todo Canadá. Y de ahí, para meterte a las finales, hay que pasar sobre otro poderoso grupo, pero si México tiene oportunidades de ser campeón del mundo en un deporte de conjunto, es el beisbol, donde se desarrollan grandes peloteros.
Si a eso le sumamos el amor por este deporte que tiene AMLO y todo lo que ha crecido la pelota caliente en México, se podría aspirar a algo legendario. A eso, hay que sumarle que en Estados Unidos se está jugando de local. Falta mucho, pero el triunfo el domingo en el Chase Field debería ilusionar mucho a la novena mexicana y a la afición.
¡Bienvenidos, bienvenidos! A una pregunta válida en estos días: ¿Estamos para ser campeones del mundo?