Para un delantero en sequía, y más con la veteranía en las canchas, cada gol sabe a gloria. Más si dicha ausencia de tantos fue después de pasar del América a las Chivas.
Oribe
lo sabía, él tenía esa presión en su espalda, y con el paso de las jornadas, con menos oportunidades y minutos jugados, se estaba perdiendo en el abismo y un laberinto sin salida. La afición, los medios, el entorno estaban sobre él ante esta sequía goleadora, sobre todo al ser uno de los últimos referentes del balompié mexicano.
Es cierto, fue contra Correcaminos, pero también en esos duelos carecía de puntería. En el América sabía que su prestigio ya no alcanzaba para la titularidad, que las cosas con Miguel Herrera ya estaban tensas y nadie creyó que las Chivas en decadencia y luchando el descenso lo iban arropar.
Pero todo eso ya es mero morbo. Justo en la semana del Clásico Nacional ante reflectores tan negativos para el Pollo Briseño y la goleada absoluta, las pompas de Alexis Vega , el rap de Pulido , la eterna promesa fallida de la Chofis y el despido del Pepino Boy, así como el debate de si el promotor Carlos Hurtado es ya el nuevo mecenas de las Chivas , urgía que alguien con tanto liderazgo ganara un voto de confianza.
Evidentemente esto no es el despertar del Rebaño, pero al menos es darle oxígeno a un futbolista que podría calmar las tempestades.
¡Bienvenidos, bienvenidos!
A un gol después de más de un año sin anotar de Oribe Peralta que sí importa.
@EnriqueVonBeas
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