Dicen que llega la calma después de una tormenta. En el futbol , esos conceptos pueden ser tan erróneos como inciertos.
El ejemplo básico es la constante de un futbol en delirio, que cree en el progreso, en la idea del quinto partido como máxima de un proyecto evolutivo que cuenta con jugadores de talento, un técnico que dirigió en la élite y al más grande de nuestros días en su club y en su selección.
Con prosa fácil, ideas claras y un discurso de congruencia, hasta que llegó la pandemia. Había ilusión antes del Covid-19 . El bicho noqueó emocionalmente a Gerardo Martino , quien se perdió en el camino.
Llegó la nueva normalidad y un verano en el que lo único apetitoso era enfrentar a la selección nueva de Estados Unidos . Una generación norteamericana que promete como nunca.
En Denver, se manejó el juego y se perdió en tiempos extra. La justificación era la ausencia de Raúl Jiménez .
El vecino, el odiado rival, mandó al cuadro alterno a la Copa Oro y vuelves a perder una final contra ellos.
La tormenta se agiganta por las pocas excusas reales, ya con el ‘9’ naturalizado. La eliminatoria sacó sustos y, en el Azteca, Canadá te exhibe como nunca lo había hecho. El liderato de la eliminatoria maquillaba un poco el discurso. Pero la tormenta detonó en la nueva casa del dous a cero: Cincinnati .
Ahí, el frío caló muy en el fondo, para quedar sin ideas, con tus mejores hombres en la cancha. Bastaron sólo 45 minutos de un futbol muy práctico de Estados Unidos para ganar por tercera ocasión consecutiva.
Uno de los pocos DT’s en el mundo que ha dirigido los dos grandes clásicos del planeta ( Barcelona vs Real Madrid y Brasil vs Argentina ), demeritó nuestra rivalidad y la puso en charola de plata para que todo el mundo del futbol de EEUU se burle de nosotros. La tormenta empeoró y, al parecer, la calma no llegará si de plano no hay sensatez en revisar cómo se ha trabajado el proyecto que supuestamente nos haría competir mejor en Qatar y soñar en casa.
Vaya lío y vaya dolor, que al parecer el Tata sigue y seguirá sin reconocer. ¡Bienvenidos, bienvenidos! A la tormenta que no termina.
@EnriqueVonBeas