Se despiden los atardeceres de octubre. Con ellos, las Chivas fueron goleadas en su fiesta en el estadio Jalisco.
Se hablaba del lleno y la ausencia de Gignac, con algo de ilusión del aficionado que vio de nuevo cómo —a nivel proyecto— no alcanza a competirles a los verdaderos protagonistas.
El Barcelona perdió el clásico español contra el Real Madrid, en medio de la típica polémica arbitral, pero también de la constante frustración de Xavi, quien aún no saber ganar los juegos relevantes.
Jesús Gallardo lesionó a Brian Rodríguez, en medio de una novela más de nuestro futbol mexicano. Un escándalo mayúsculo que movió tantas fibras que han tratado ya de aminorarlo, después de un cruce de comunicados.
Tigres y América, hoy, son los grandes —y muy grandes— favoritos para ser campeones de la Liga MX. No se ve que alguien les pueda competir.
En Estados Unidos, se jugaron en un mismo día todos los deportes profesiones: NFL, MLB, NHL, NBA y MLS, en lo que ellos conocen como el “equinoccio deportivo”.
Checo Pérez, en su casa y con su gente, se fue en menos segundos que el castigo del Chicote en Chivas. Sólo una curva le duró su participación, con el anhelo y la frustración de los 140 mil aficionados que se dieron cita en el Hermanos Rodríguez.
Max Verstappen volvió a ganar en la CDMX, demostrando que no hay mejor piloto que él en el Gran Premio de México, un dominio de muchos años.
Lewis Hamilton aprieta la competencia y el cierre vendrá con mucho vértigo para el tapatío, porque en las tres carreras que faltan, no puede llegar después que el británico.
El deporte trató de ponerle nuevas historias a nuestros días tristes por lo que vivió Acapulco. Tendremos que seguir apoyándonos para que se vuelva a poner de pie uno de lo lugares más emblemáticos de nuestro país. No soltemos.
¡Bienvenidos, bienvenidos! Al colapso de un fin de semana deportivo, con los atardeceres otoñales.
