En el camino de la vida promedio, se dice que a cada humano nos tocan 15 Mundiales, entendiendo que hay dos que te pasan cuando eres muy pequeño.
Los tiempos siempre cambian, aunque las tradiciones se aferran a los tiempos. En la batalla de los dioses, llegaron los deportes; con los deportes, llegaron los héroes; y con los héroes, llegó el dinero.
Un desierto que, gracias a los hidrocarburos, se enriqueció, compraron los votos y obtuvieron su Mundial.
En Qatar, el mundo árabe abre sus puertas para una lucha de culturas que se abrazará hasta lograr el equilibrio perfecto de los 90 minutos. Los 29 días que tendremos, con los 64 juegos, para conocer desde hoy al nuevo campeón, lograrán lo que pocas veces el humano hace: Reunirse para gozar de una misma fiesta, que no tiene que ver con religiones, razas, ni dinero.
El mundo prende un televisor en cualquier parte para ver a Messi, Neymar, Cristiano, Ochoa, Pulisic, Ansu Fati y compañía.
Gianni Infantino, en un poderoso discurso político, cargado de la narrativa del privilegio, del humanismo y de la pureza del deporte, confrontó sus raíces europeas para justificar las miles de muertes con una de las grandes asignaturas pendientes del humano: La migración, esa en la que por buscar oportunidades dignas, se consiguen empleos con condiciones de alto riesgo.
Afrontó el tema de la inclusión desde una racismo a la inversa (el cual no existe), por ser pelirrojo, para invitar a que entendamos que todos somos iguales, aunque el principal chiste de inicio de este Mundial sea en las redes sociales, burlándose de los pakistaníes, indios y muchos más que han venidos o viven acá y se ponen las playeras de Argentina o Brasil, diciéndoles “bots”.
A esto, hay que sumarle el tema de la cerveza, que ha provocado los debates más estériles de una sociedad de consumo que cada día se aleja más de la espiritualidad y el bienestar del cuerpo.
Un Mundial que sigue reflejando las tradiciones de volverte loco por un gol, identificarte con los tuyos por tu selección, hacer turismo de alto costo para que el momento y la experiencia sean únicos.
Desde Maluma, quien ama el deporte y cobra buen dinero sin que cancelara su participación, hasta nosotros los periodistas, que seguimos buscando las historias de la pasión, del humano, del deporte, para que -por 90 minutos- sigamos jugando, sigamos celebrando un Mundial. ¡Bienvenidos, bienvenidos! A Qatar 2022.
@EnriqueVonBeas