A casi de cumplirse dos meses del ¿nuevo? Gobierno de la 4T, son más las sombras que las luces en su desempeño.
Fue desde luego un acierto la asistencia de la presidenta Sheinbaum a la reunión del G20 en Brasil. Al menos en política exterior se deslinda un poco (poquito) de su mentor, quien aborrecía su presencia en los foros internacionales y en general salir del país para reunirse con sus homólogos. Recuerda a Díaz Ordaz que padecía de la misma inseguridad y timidez. Fuera de un encuentro con Lyndon Johnson en la frontera norte y la asistencia a una reunión en Centroamérica, no salió en 6 años de su mandato.
En el G20, Claudia Sheinbaum, como pez en el agua, demostró la utilidad del multilateralismo tan despreciado por AMLO: presencia de México fijando postura en la agenda del evento y tan importante como eso, los encuentros bilaterales con líderes mundiales, muchos de los cuales, sobre todo Biden y Trudeau, no asistieron a su inauguración. Los encuentros con Xi Jingping de China y Macron de Francia fueron especialmente importantes para el país.
Sobre la propuesta de trasladar el 1% del gasto militar a la reforestación no deja de ser atractivo cambiar armas por árboles, pero para que esas ideas prosperen y no se pierdan en una simple retórica, hay que trabajarlas diplomáticamente antes, durante y después. ¿Lo hizo y está haciendo el canciller De la Fuente? Las críticas en redes y medios no se hicieron esperar: México propone reforestación a escala mundial, cuando AMLO desforestó el sureste para construir un tren con capacidad para llevar entre 5 y 8 vagones diarios de los 75 que pretendían montar en operación (datos oficiales proporcionados por Jaime Anchustegui en Ciro por la mañana). Y sobre todo lo propone a días de dar a conocer el presupuesto federal con ¡recorte a SEMARNAT! ¡CONGRUENCIA! Es un valor fundamental en la política.
Por el contrario, desaciertos se siguen acumulando en el proceso de implementar la reforma judicial: el presupuesto de Ramírez de la O le recorta casi a la mitad lo que pidió el INE de Taddei: 13 mil millones se estima demasiado para un complejo proceso de registro de miles de aspirantes, selección de perfiles a modo por comités morenistas, tómbola de nuevo, registro de nombres en innumerables boletas que confundirán al elector, campañas coordinadas por el mismo INE, capacitación de operadoras y operadores, instalación de casillas, votación, escrutinio, cómputo y resultados.
Todo eso, construido desde las rodillas sin otro propósito que someter al Poder Judicial para satisfacer la sed de venganza de AMLO, y sin medir las consecuencias políticas, jurídicas y sociales, ahora ha llevado a las mismas consejeras y consejeros que votaron a favor de la sobre representación en el Congreso, conditio sine quam de esa reforma, a pedir una prórroga de 90 días para tener tiempo de ¿organizarla mejor? Sin duda el proyecto del ministro González Alcántara hubiese evitado todo este estrepitoso descalabro, de no haber sido por el voto decisivo en contra de Alberto Pérez Dayán.
Pero lo que más abruma y molesta tanto a tirios como a los propios troyanos morenistas, es la pertinaz presencia de la agenda de AMLO en el gobierno de Claudia Sheinbaum. No cabe duda que el huésped de “La Chingada” en Palenque, calculó muy bien su lanzamiento de múltiples iniciativas el 5 de febrero y colocar a incondicionales suyos (Adán Augusto, Monreal y Noroña) en las Cámaras, para que las procesaran prioritariamente, ocupando al menos a la presente Legislatura en el interés político de él, y no en las prioridades de ella, incluyendo la vergonzosa imposición de Piedra, la peor calificada en la CNDH, en un proceso de farsa senatorial. ¡Todo un cálculo de presencia transexenal en ausencia física perfecto!
¿Algún día la dejarán y querrá ella gobernar, comenzando por no recortar presupuesto a su Alma Mater, la UNAM y al POLI?
Docente investigador por la UNAM