A Sergio Ramírez, auténtico luchador político y social
Conforme suceden los ominosos hechos en Nicaragua, tal parece que se trata de una película que ya vimos los mexicanos hace más de un siglo en 1910: el ascenso de un revolucionario convertido en dictador. El caso de Porfirio Díaz anclado en el poder con seis elecciones ficticias y fraudulentas a partir de 1877 hasta 1911, treinta años a los 74 años. Daniel Ortega a los 76 años acumulará veinte y cinco años en el poder en el 2027, con cinco elecciones ficticias y fraudulentas.
Ambos dictadores llegan al poder por la vía armada. Porfirio Díaz con la revuelta de Tuxtepec contra la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada en 1876 y Daniel Ortega con la revolución sandinista que depone al dictador Anastasio Somoza.
En ambos casos se habían destacado en acciones militares previas. Díaz en la Revolución de Ayutla que depuso al dictador Santa Anna, combatió en el sitio de Puebla contra la invasión francesa de Napoleón III en México. Ortega se distinguió en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y fue un destacado líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrocó a la dictadura de la familia Somoza.
Ambos se retiran de la presidencia después de su primer mandato. Díaz a favor de Manuel González para el periodo 1880-1884 y Ortega ante Violeta Barrios de Chamorro en 1996 y 2001. Concluidos ambos periodos, Díaz y Ortega regresan al poder para perpetuarse en él mediante elecciones ficticias y fraudulentas y sin oposición real.
En la elección de 1910, Madero contendiente de Díaz, es encarcelado acusado de “conato de rebelión” y “ultraje a las autoridades”, y se acalla a la prensa libre como el diario El Demócrata, de los hermanos Flores Magón.
En Nicaragua, Ortega encarcela a siete aspirantes presidenciales, contendientes a su nueva reelección: Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro, Miguel Mora, Medardo Mairena y Noel José Vidaurre, acusados de “traición a la patria”, “conspiración contra la integridad nacional” o “lavado de dinero”. El dictador sólo consintió las candidaturas de “los zancudos”, comparsas del orteguismo que garantizarían su relección. Al igual que lo hizo Díaz, periódicos como La Prensa en Nicaragua, fueron intervenidos y cancelados.
Dos destacados revolucionarios convertidos en feroces dictadores. Recordemos las represiones porfiristas en las huelgas de Cananea (1906) y Río Blanco (1907) donde murieron múltiples obreros. En abril del 2018 Ortega reprime las manifestaciones contra las reformas al sistema de aportaciones al seguro social que terminaron con la muerte de más de 400 nicaragüenses y 2000 heridos.
La presidencia de Porfirio Díaz concluyó con la revolución de 1910 que puso fin a una dictadura de más de 30 años, precipitando al país en una cruenta guerra civil. ¿Así concluirá la dictadura de Ortega/Murillo, con la salida de ambos en su “Ipiranga”, ciertamente no a París, sino a Cuba o Corea del Norte? Esperemos no sea este el desenlace para el hermano y valiente pueblo de Nicaragua en su legítima aspiración por una auténtica democracia.