Solidaridad con Ciro Gómez Leyva
Cuando Donald Trump dirigió el ataque al Capitolio el 6 de febrero del 2021, trató de aniquilar al Colegio Electoral que sesionaba presidido por Mike Pence. No lo logró, pero desfiguró a la democracia de los EUA.
Cuando Vladimir Putin invade Ucrania no aniquiló a este bravo país resiliente pero lo deformó al cercenarle parte de su territorio.
Los populistas que no logran destruir sus objetivos políticos los acaban desfigurando para plegarlos a su voluntad una vez deformados.
Estos casos ilustran lo que ha hecho la 4T al trastocar al eficiente sistema electoral de México. Primero buscó aniquilar al INE y sustituirlo por el INEC, un instituto a modo, conformado por incondicionales supuestamente electos por el pueblo, pero provenientes de listas elaboradas por los 3 poderes del Estado con mayoría de Morena.
Cuando la multitudinaria manifestación del 13 de noviembre con el grito de “El INE no se toca”, convenció a toda la oposición a votar en contra de la reforma constitucional del presidente López Obrador, y así evitar las 2/3 partes requeridos para alterar la Constitución, y pasar la reforma del aniquilamiento, entonces éste objetivo fue sustituido por el asalto del plan B para alterarlo desfigurándolo, sobre todo con recortes presupuestales y graves alteraciones a la legislación electoral secundaria que Morena aprueba por simple mayoría. Estas son las áreas de mayor desfiguración:
1)Habían conseguido insertar la “cláusula de vida eterna” para favorecer a sus satélites el Verde y el PT a fin de mantener su registro, sin el 3% de la votación o con transferencia de votos de Morena en coalición, pero con la amenaza del veto presidencial, recularon y al sacar la cláusula en Cámara de Diputados, ahora la reforma se va hasta febrero al Senado.
2) Alteran la estructura administrativa del INE en sus órganos centrales al fusionar unos y suprimir otros sobre todo a su Junta General Ejecutiva.
3) Desmantelan buena parte de la estructura local territorial, lo que compromete seriamente la actualización del padrón electoral, la instalación oportuna y ubicación correcta de las más de 160 mil casillas, y el cómputo con personal profesional severamente reducido cuando despidan a 2mil 175 empleados locales debidamente seleccionados y capacitados, sustituyéndolos por personas temporales sin capacitación en estas tareas.
4) De un plumazo se altera al PREP por lo que ya no hay seguridad de resultados confiables la noche misma de la elección.
5) Se imponen diversas restricciones interpretativas al Tribunal Electoral
6) Morena, el mismo partido que había contribuido a las reglas de paridad de género ¡con las que logró 7 gubernaturas!, ahora las modifica y serán los partidos políticos quienes establecerán sus normas para garantizar renovación paritaria pero ahora por “ciclos completos”.
Salvo que la Suprema Corte resuelva favorablemente su inconstitucionalidad, mientras ese maléfico plan B entre en vigor y mantenga su vigencia, contaremos con un INE descompuesto, mocho, cojo, en una palabra: DESFIGURADO, para atender las elecciones en el Estado de México y Coahuila en el 2023 y las presidenciales del 2024.
La enorme diferencia entre el paquete de 7 reformas electorales a partir de los 70s del siglo XX, hasta las del 2014, y ésta de Morena, es doble: 1) de forma, las anteriores contaron con el consenso de todas las fuerzas políticas, al que se sumaron organizaciones sociales y la academia, fue un proceso de construcción abierto y plural. Este está soportado por una sola fuerza, Morena una deconstrucción cerrada y singular; 2) De fondo las anteriores se propusieron y lograron construir el edificio de la democracia representativa, en cuya obra estuvo destacadamente presente la izquierda mexicana, ahora buena parte de esa izquierda lo deforma para controlarlo sobre todo en 2024.
Ese es el legado electoral de la 4T, su árbol de la noche triste autoritaria.
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