En el siglo XIV en la ciudad de Siena, al norte de Italia, el pintor Ambrogio Lorenzetti realizó una portentosa obra de arte, en la que expresa su teoría política sobre lo que debía ser un buen gobierno, contrastándolo con el malo, y los efectos de uno y otro sobre la ciudad y el campo.
El mal gobierno aparece representado por el tirano con cuernos de chivo y colmillos de vampiro. Está flanqueado por el Fraude, la Traición y la Crueldad de un lado, y por el Furor, la Discordia y División y la Guerra del otro. En la parte inferior yace la Justicia amordazada y sometida. En los bloques adjuntos se presentan a la ciudad y al campo devastados por el crimen, la rapiña y la violencia; las tierras lucen incendiadas.
El buen gobierno aparece representado por el Signore portando en el brazo izquierdo el escudo de Siena con la madonna y el niño, y en el brazo derecho el cetro símbolo del poder. Se encuentra flanqueado por la Paz, la Armada, la Fortaleza y la Prudencia de un lado y la Magnanimidad, la Templanza y la Justicia del otro. En el extremo izquierdo aparece hasta arriba la Sabiduría sosteniendo la balanza que por debajo rodea a la JUSTICIA, con los platillos de la justicia punitiva y la justicia retributiva, alineada con aquella por debajo se encuentra la Concordia. Pero la clave de todo el fresco está en la cuerda que amarra la muñeca del gobernante y es tomada por un grupo de ciudadanos que la hacen llegar a la JUSTICIA por medio de la Concordia.
En la ciudad sus habitantes conviven armónicamente comerciando, trabajando y festejando alegremente y el campo luce en plena productividad con abundante siembra y cosecha.
El mensaje de Lorenzetti es claro: un buen gobierno evita la discordia y disensión porque privilegia la paz social, sujetando al gobernante por los ciudadanos a través de la Concordia (con-cuerda) al poder de la JUSTICIA. Es la comunión política en la Ciudad Justa. El sentido pleno de comunae o sea co-mu-ni-dad que significa la integración política del vivere civile.
En el lienzo del mal gobierno la Justicia se encuentra sometida a un poder que divide, polariza, enemista, siembra discordia y genera conflictos haciendo miserable la vida tanto en la ciudad como en el campo. Es el espacio para la imposición de la voluntad única del gobernante.
El reciente e históricamente primer nombramiento del Ejecutivo a una ministra de la Suprema Corte, Lenia Batres, sin mayor antecedente académico o judicial alguno y plena militancia partidista, que propició la ominosa renuncia de Zaldívar, (el ministro con un haber de retiro del doble del salario presidencial que flagrantemente contradice la austeridad republicana), tiene el propósito, de someter al Poder Judicial, el último bastión de contrapeso a AMLO, y asegurar que sus iniciativas inconstitucionales no sean bloqueadas en el Pleno. Es la viva representación de una justicia amordazada y sometida a los designios del poderoso, como claramente lo representó Lorenzetti en su fresco.
Por eso en 2024 lo que en el fondo está en juego es una clara disyuntiva, antitética e irreconciliable entre “El Estado somos todos nosotros” o “El Estado soy yo”. La disyuntiva entre un Estado de ciudadanos o un Estado de súbditos.
Adicionalmente el Estado unipersonal ha resultado en un Estado ausente como lo revelan las recientes masacres de jóvenes en Jalisco, Zacatecas, Celaya y Guanajuato, que la periodista sonorense Reyna Haydee Ramírez, evidenció con una pregunta a AMLO que ni Hobbes hubiera podido formular mejor: “¿Dónde está el Estado presidente?”. Controlar al Estado y colonizar a todos sus poderes no ha resultado en un mejor Estado guardián y protector de la ciudadanía, sino en un Estado fallido y minimalista frente a la violencia del crimen organizado que asesina a jóvenes a mansalva.
Una muy Feliz Navidad y Año Nuevo a favor del buen gobierno, y de que la resolución de la Corte de Colorado que por insurrección negó a Trump figurar en la boleta electoral, se expanda a todo EUA en el 2024, son los deseos de este docente/investigador de la UNAM.