En el Año del Tigre, símbolo de fuerza, valentía e intrepidez, del calendario lunar chino, celebramos 50 años del inicio de relaciones diplomáticas entre México y China continental, un 14 de febrero (día del amor y la amistad) en el año 1972.

Ha sido una relación enormemente benéfica para los dos pueblos. Nosotros no olvidaremos el apoyo chino en la pandemia, y ellos no olvidan nuestro voto a favor de su ingreso en la ONU en 1971 como único representante del pueblo chino, aún sin tener relaciones diplomáticas, y haberlas establecido al año siguiente, antes de que lo hiciera Estados Unidos con Nixon/Kissinger. Oportuno recordar la historia de lo que verdaderamente sucedió.

El ingreso de China comunista a la ONU, había sido bloqueado por EU frente a la propuesta de Albania a favor del derecho de la República Popular (RPCH) como representante legítimo de China y la expulsión de la China nacionalista de Chiang Kai-shek. EU aceptaba a la primera siempre y cuando permaneciera la segunda, tesis de “las dos Chinas”, que Albania rechazaba.

El canciller Emilio O. Rabasa convenció al presidente Echeverría acudir a la ONU en Nueva York y darle la bienvenida a la RPCH, sustentada en un argumento jurídico/político impecable: “La soberanía y la integridad territorial de la nación china son jurídicamente indivisibles”. La tesis de una sola China confrontaba directamente la posición de EU de las dos chinas.

El bloqueo de EU persistía por una mayoría calificada (2/3), requerido para el ingreso/expulsión de un miembro en la ONU. Albania no conseguía esa mayoría.

Pero en la memorable sesión plenaria de la ONU, del 25 de octubre de 1971, con argucia Albania argumentó la verificación de poderes por restitución de legítimos derechos de la nación china de Mao, que permitía la admisión por simple mayoría y la ganó, derrotando la propuesta de mayoría calificada de EUA (59 votos en contra, 55 a favor y 15 abstenciones).

Después del célebre discurso de la soberanía indivisible, el presidente Echeverría había instruido votar con EU la moción formal de procedimiento (2/3), y abstención en la de fondo (ingreso de la RPCH y la salida de Formosa), un giro de 180 grados de su postura discursiva anterior. El canciller Rabasa pensó en renunciar y antes de que se votara la propuesta albanesa, “solicité nuevas instrucciones al presidente Echeverría para cambiar esa abstención por un ‘sí’. Finalmente se obtuvo la aquiescencia presidencial. Con 76 votos a favor (México incluido), 35 en contra y 17 abstenciones, se aprobó el proyecto albanés”. (Emilio O. Rabasa, Mis memorias como Secretario de Relaciones Exteriores 1970-1975, SRE y Miguel Ángel Porrúa, México, 2010, pag. 55).

Posteriormente China buscó a México en NY para establecer relaciones diplomáticas. Rabasa instruyó al embajador García Robles, para que condujeran las negociaciones.

De nuevo el canciller debió convencer a un presidente renuente a terminar las relaciones con Formosa y establecerlas con Pekín, como finalmente sucedió. (ibid, pags. 56-8)

“La verdad siempre aflora”, divisa fundamental de Emilio O. Rabasa, puede leerse en sus memorias.

Docente/investigador de la UNAM