Es posible que el mejor legado de AMLO sea su sucesor. Si Ebrard o Sheinbaum, en ese orden, ganan la presidencia de México, serían teóricamente, el mejor perfil presidencial en lo que va del siglo. En el papel, tanto la Jefa de Gobierno como el canciller son mejores candidatos que cualquiera de los presidentes que ha habido desde el 2000 y por lo tanto una buena noticia para el país.
El problema que tienen Ebrard y Sheinbaum es que su posibilidad de ser presidente/a depende de un solo personaje: AMLO. A pesar de que oficialmente será una encuesta la que decida, es evidente que la decisión recaerá en la voluntad del Presidente. Esto es un retroceso importante para la democracia y ha generado una perversión muy grande en la contienda preelectoral: contrario a lo que deberían ser, las campañas de los precandidatos están diseñadas para obtener el voto de un solo hombre y no el de un electorado.
El caso más preocupante es el de Claudia Sheinbaum. No hay duda de que es una mujer inteligente y capaz, que ha sido una buena jefa de gobierno y que tuvo un desempeño ejemplar durante la pandemia de Covid-19. El problema es que Sheinbaum se ha excedido en una estrategia de demostrar lealtad ciega y disciplinada al Presidente.
Su estrategia es comprensible. Es probable que el candidato de Morena gane las elecciones de 2024: si la candidatura depende de AMLO, entonces Sheinbaum acierta en hacer campaña para él. El cálculo de Sheinbaum es asegurar primero la candidatura y una vez ahí contar con la intrascendencia de la oposición y la memoria a corto plazo de esta precampaña excesiva para ganar la presidencia.
Sin embargo, hay un riesgo alto que se está menospreciando en esta estrategia: perder la capital. Hay una sensación en la CDMX de que Sheinbaum está más preocupada por la precampaña que por gobernar y por ello ha descuidado a la ciudad. Mientras que la jefa de Gobierno hace campaña nacional, han sucedido eventos de alto impacto en la ciudad incluyendo los casos de Lidia Gabriela Gómez y Ariadna Fernanda y el asalto al Cine Tonalá en una de las colonias más turísticas de la ciudad.
Es cierto que la tasa de homicidios ha disminuido en la CDMX, en 2021 fue de 10.9 homicidios por cien mil habitantes y cifras preliminares de este año hacen pensar que bajará aún más. Sin embargo, la gravedad de los casos mencionados y asaltos en las zonas más turísticas de la capital hacen que la percepción de la seguridad empeore.
Por otro lado, Sheinbaum se ha vuelto apóstol de causas que no son tan populares en la CDMX como lo son en el resto del país. La reforma al INE y sobre todo la propuesta de poner a votación popular a los Consejeros no es vista con buenos ojos por una parte importante de la CDMX que, sin embargo, votó por Sheinbaum en 2018.
En ese sentido, la propuesta del Presidente en este rubro no parece ser una bandera natural para Sheinbaum y sin embargo, en su inercia de probarle lealtad al Presidente se ha vuelto más papista que el Papa. El cálculo que hizo su gobierno del número de asistentes a la marcha “en defensa del INE” fue un intento exagerado por menospreciar y ridiculizar, dando números tan bajos que ni el Presidente se atrevió a replicarlos. Uno de los grandes aciertos de la Jefa de Gobierno durante la pandemia, fue tomar una distancia prudente de la política federal sin romper con ella. Se puede ser leal y pensar distinto, la lealtad ciega y absoluta causa desconfianza de un lado y de otro.
Sheinbaum puede ganar la presidencia, pero puede perder la capital. A la larga eso tendrá consecuencias para ella y la gobernabilidad de su mandato si gana la presidencia. Peña Nieto y Calderón gobernaron así y tuvieron severos problemas de legitimidad, además de que ambos partidos perdieron la elección subsecuente. Sheinbaum no es AMLO, no podrá gobernar a través de carisma o populismo, y siendo una mujer de izquierda, el bastión más natural de respaldo tendría que ser la ciudad más progresista del país. No olvidemos que el PRI perdió la Ciudad y luego perdió el País y AMLO ganó la Ciudad y luego ganó el País.
El 2021 fue una advertencia importante, Sheinbaum no debe descuidar la capital. Tanto ella como Ebrard son opciones viables para el país, pues han sido los dos mejores jefes de gobierno de la CDMX y buenos funcionarios públicos, pero es fundamental para su propio futuro que comiencen a pensar sus estrategias a largo plazo. En el caso de Claudia Sheinbaum, es fundamental que en su campaña para convencer al Presidente no descuide a la CDMX y el sentir de los votantes en ella.
Analista político
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