Xóchitl Gálvez ha otorgado a la oposición algo que no tenían: un relato. La fuerza de Xóchitl Gálvez no recae en su experiencia política o en sus conexiones, sino en que es la única precandidata de la oposición que tiene una historia legítima que contar. Una historia que conecta con la realidad, y que tiene coincidencias con la historia de muchos mexicanos. Una historia que funciona porque es verdadera.

Xóchitl compite porque le roba el monopolio del relato al Presidente, no sólo por sus orígenes humildes e indígenas, sino porque esos orígenes tienen la posibilidad de proyectarse en los anhelos del imaginario colectivo. La historia de la que triunfó contra la adversidad es casi tan emocionante como la del mártir que a pesar de todo el sufrimiento hace cara a la constante adversidad. Por fin alguien tiene un cuento alterno pero legítimo que contar. Si Xóchitl logra transformar su cuento personal en una historia de país, su candidatura va a ser muy competitiva.

Marcelo Ebrard es el más beneficiado de la aparición de Xóchitl. Aunque es difícil ver un escenario en el que Xóchitl logre ganar la presidencia, su entrada a la competencia cambia las reglas del juego. Al no tener asegurado el botín, Morena tiene que estrategizar. Si Claudia no logra afianzarse, Ebrard es el único que es capaz de quitarle votos a Xóchitl.

Claudia Sheinbaum sigue siendo la candidata predilecta del Presidente y por lo tanto del morenismo. En este nuevo escenario, la rigidez de esa lealtad de Claudia puede convertirse en un lastre. La campaña de Claudia está en un dilema; si su narrativa no se sale del lopezobradorismo más puro, no podrá competirle a Xóchitl por los votos indecisos, pero si se sale de la línea narrativa del Presidente, arriesga perder el apoyo de AMLO y el morenismo más duro.

La candidata de la oposición que primero se dé cuenta que su antagonista no es AMLO sino Claudia, podrá catapultarse en el debate público, pero enfrentarse al Presidente es un juego que eventualmente han de perder.

Claudia no es el Presidente, no goza de su legitimidad ni de su impermeabilidad ante la crítica. Cambiar anticipadamente los ejes narrativos, de la confrontación a AMLO hacia la contienda con Claudia, pone a Morena contra la pared. En primer lugar, esta estrategia permite triunfos plausibles; en el día a día a Claudia se le puede ganar. Por otro lado, una estrategia así pone a Morena en un dilema complejo: si la campaña de la oposición contra Claudia es exitosa y Morena no la nombra candidata, Morena llega a la campaña presidencial con una primera derrota. Ante el público se vuelve palpable la noción de que Morena es vencible. Si por el otro lado, el Presidente decide elegir a Claudia como candidata, la oposición ya tendrá camino recorrido en su confrontación con ella y por lo tanto enfrentará a una candidata desgastada. Si la oposición comienza a cambiar su estrategia desde ahora, ¿puede la precandidata de Morena aguantar una campaña de un año en su contra?

La candidatura de Xóchitl no viene sin sus riesgos. Aunque ganar es una posibilidad remota, su presencia en la boleta vuelve muy difícil que el Presidente logre la mayoría absoluta y con ello los cambios constitucionales que desea. Sin embargo, esto tiene un costo; ganar la presidencia es muy difícil, pero ganar la capital del país era altamente posible si Xóchitl era la candidata de la Alianza. Gobernar la CDMX no es un asunto menor, AMLO, Claudia y Marcelo construyeron su carrera a partir de ello y sin Xóchitl en la boleta, las posibilidades de hacerlo con otro candidato son remotas. Sacrificar la capital por impedir la mayoría absoluta, puede ser positivo para el país, pero no necesariamente para la carrera de Xóchitl ni para las posibilidades de la oposición en 2030.

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