En una entrevista realizada hace unos años a la revista SoFoot, Antonio La Volpe hablaba del talento de Rafa Márquez. ‘Tienes un talento único, Márquez, los demás tienen que practicar y practicar’. Márquez es un fuera de serie, su capacidad de lectura del juego, su anticipación, sus trazos largos perfectos y sus tiros libres lo volvieron uno de los jugadores más espectaculares de su época, pero no es nada más el talento lo que lo define como tal.

Con el retiro de Piqué ha surgido el debate sobre quién era el mejor central; él o Márquez. En una entrevista con Sky Sports, Yaya Touré declaró que Márquez era 10 veces mejor. Hace unos meses, Zabaleta escogió sus jugadores favoritos del clásico español y puso a Puyol y a Márquez, en 2019 Fernandinho lo nombró en su once ideal. El futbol es subjetivo y no hay duda de que ambos fueron jugadores espectaculares pero contrario a la opinión popular en el mundo, resulta claro que, en su pico, Rafa Márquez fue un mejor jugador que Piqué.

Hay cuatro razones por las cuales esta no es siempre la opinión imperante fuera de México. 1) El pico de Márquez llegó antes del pico del Barcelona y duró menos años que el de Piqué. 2) En el momento cumbre del Barcelona, él era el central titular, pero se lesionó en un partido con el Chelsea y no jugó la final de la Champions. La gente recuerda las finales, no las temporadas. 3) No jugó en la Premier League, la liga más vista en el mundo. 4) No es catalán y para el club culé el origen sí importa. En una sociedad sumamente nacionalista, el afecto a los locales multiplica su estima. Márquez fue mejor, fue más completo y más espectacular, pero Piqué fue más comercial, más longevo y más catalán.

El debate es interesante pero un poco fútil. Los dos tuvieron una carrera exitosa y contribuyeron enormemente al éxito del Barcelona. Sin embargo, al éxito de Márquez no lo define únicamente sus aptitudes futbolísticas. Así como para los catalanes, Piqué significa más que Márquez, para los mexicanos, Márquez es más importante no solo por su talento y éxito, sino sobre todo por su mentalidad y lo que el futbol mexicano puede y debe aprender de ella.

El talento de Márquez pudo haber sido único, pero no es el único mexicano que ha tenido talento. Cuauhtémoc Blanco, Carlos Vela, y Pablo Barrera han sido jugadores sumamente talentosos que, sin embargo, no tuvieron el éxito internacional de Márquez. La diferencia es clara, Márquez poseía cualidades únicas, pero no dejó que lo definiera su talento, sino su mentalidad.

El método Márquez consiste en la búsqueda del desafío y el rechazo al confort. Esa es la gran diferencia. Como jugador pudo haber tenido una carrera muy cómoda en México o pudo haberse dejado convencer por la ridícula teoría “de cumplir el proceso”. Márquez se fue a los 20 y probó que la única manera de tener éxito fuera del país, es salir.

En una época en la que la selección estaba llena de jugadores de la liga local, Márquez hizo lo que parecía imposible: salir de México a jugar en Europa… dos veces. Si la primera salida de Márquez al Mónaco mostró su ambición y su claridad, la segunda salida al Hellas Verona mostró muy claramente el ímpetu que rige su vida. La primera partida era difícil pero obvia con su talento y sus 19 años. La segunda, a los 34, fue un acto de voluntad que ejemplifica perfectamente las razones de su éxito.

Ahora Márquez empieza una nueva carrera como director técnico y lo hace con la misma filosofía que lo llevó a ser uno de los mejores jugadores de su época. Cualquier equipo de México le hubiera dado el puesto de director técnico. Márquez prefirió el camino difícil, pero también el camino correcto. Se fue a entrenar al Barca Atletic, a ayudar a desarrollar talentos para el primer equipo y al mismo tiempo a aprender, a practicar, a mejorar.

Lo hizo porque entendió que el círculo vicioso del futbol mexicano difícilmente te deja salir y que, en cambio, allá podía aprender, relacionarse, aportar y sobre todo apuntar hacia un futuro mucho más exitoso. Lo fácil nunca fue lo suyo. Lo cómodo siempre le ha sabido mal. Las recientes experiencias de Pirlo y Lampard comprueban que, al menos en teoría, el método Márquez es el adecuado. Su inicio como técnico ha sido ambivalente: empezó con un récord perfecto y ahora se ha topado con un momento complicado, pero para eso está ahí, para aprender, para mejorar, para desarrollar.

En vísperas del mundial de Catar, la ausencia de un liderazgo en la cancha es el problema más grande del equipo nacional. Después de cinco mundiales capitaneando al país, Márquez ha dejado un hueco muy difícil de llenar. Concentrados en buscar al próximo Messi mexicano, nadie se preguntó qué iba a pasar con la selección cuando Márquez ya no estuviera. La ventaja es que su ausencia en la cancha se ha convertido en una presencia fuera de ella. Márquez tiene aún un largo camino por recorrer, pero sabe muy bien cómo debe recorrer ese camino. Los jugadores mexicanos tendrían que inspirarse en la carrera de Márquez, el futbol mexicano tendría que aprender de su claridad y, mientras tanto, Márquez debe seguir siendo fiel a su filosofía, rodearse de un buen equipo y prepararse para ser uno de los mejores técnicos del mundo.  

Analista político

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