¿Qué pensará realmente Claudia Sheinbaum de todo esto? El Presidente no para de ponerle trampas que la amarran a él. La revocación de mandato, la militarización del país, el déficit público, y ahora dos más. Por un lado La reforma judicial: el Presidente se ha convertido en una máquina de operación electoral, sus altos niveles de popularidad y sus pocos escrúpulos para operar políticamente lo vuelven imposible de vencer electoralmente en el corto y mediano plazo; si los jueces van a ser electos por voto popular, es AMLO y no CS quien cuenta con el capital político para imponer a sus favoritos. La reforma no solo elimina el equilibrio de poderes y partidiza al sistema judicial, sino que lo pone en manos de López Obrador mientras que alguien no logre construir un capital político equivalente. Públicamente Claudia Sheinbaum vitorea la reforma, pero…

¿Qué pensará realmente Claudia Sheinbaum de todo esto? Porque además de la reforma constitucional al sistema judicial, el Presidente ahora maniobra para que su hijo ocupe un puesto de la estructura de Morena. Esto es un claro indicio de que el Presidente buscará seguir controlando el partido y ejerciendo una vigilancia constante del gobierno de Sheinbaum. AMLO le está sembrando un contrapeso, una sombra gigante dentro de la estructura político-electoral más importante de su movimiento. ¿Cómo reaccionará Morena si la Presidenta toma una decisión que no agrade al expresidente? Con el hijo del Presidente operando desde dentro, es difícil pensar que el escenario será de beneficio para Sheinbaum.

¿Qué pensará realmente Claudia Sheinbaum de todo esto? Porque el Presidente le hereda un peso devaluado, un gobierno de Estados Unidos preocupado y molesto con México, y miles de millones de pesos que posiblemente dejarán de ser invertidos en México por la incertidumbre que genera esta reforma y sobre todo, la forma de actuar del Presidente y su partido en estas últimas semanas. ¿Qué garantías le da México a los inversionistas internacionales?

Lo más lamentable, es que hasta hace unas semanas, López Obrador dejaba un país en la antesala de un momento histórico. Un país que acumulaba buen impetú de crecimiento, una economía estable, una moneda fuerte y una posición geopolítica clave. La combinación de ese momento histórico con la llegada de una mujer inteligente, preparada y sensible al poder, era esperanzadora.

En unas semanas el Presidente ha desmantelado todo eso a cambio de la reforma judicial. Desde un punto de vista de Estado esto es un grave error; el país pierde institucionalidad y contrapesos, la moneda se devalúa, los inversionistas se alejan, la confianza del mercado en las instituciones mexicanas se pierde, no se eliminan los vicios del sistema judicial y el poder se concentra. Al único al que beneficia la reforma es a AMLO al permitirle mantener las riendas de una parte del poder político y tener un nuevo brazo para castigar a sus adversarios. La reforma es muy decepcionante y es una oportunidad histórica perdida de reformar a un sistema profundamente corrupto e inoperante.

Es fácil imaginar que si esta misma reforma hubiera sido planteada por Peña Nieto, la mayoría de sus actuales militantes serían sus más férreos detractores. Por más que algunos de los seguidores más inteligentes del presidente busquen escaparates argumentativos para venderse a sí mismos esta reforma, la realidad es que la reforma no hace nada por eliminar la corrupción del sistema judicial y empodera a los partidos políticos triunfantes. La reforma viene también con una trampa: mientras que AMLO siga siendo popular, la reforma lo beneficia a él, pero también en el futuro beneficiará a quién sea que goce de la popularidad política adecuada, sea de ultraderecha, del PRI o de alguna fuerza nueva. Los políticos que ahora se regocijan acabarán tarde o temprano siendo las víctimas de su propio triunfo.

¿Qué pensará realmente Claudia Sheinbaum de todo esto? Públicamente Sheinbaum refuerza la narrativa beligerante de AMLO, pero en el fondo debe estar consciente de las implicaciones que esto tendrá para ella. Tenemos ahora a una mujer inteligente, capaz y preparada como presidenta electa de México. Una mujer que tiene todo el potencial para poder aprovechar este momento histórico que atravesaba el país. Una mujer con la visión de desarrollar un país no de símbolos sino de realidad. El problema es que ahora tendrá que pasar una buena parte de su gobierno y gastar una buena parte de su capital en resolver esta complicada situación que le deja su antecesor.

Analista político

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