Andar en vehículos no motorizados no es fácil en la CDMX, pero resulta una alternativa necesaria ante el tráfico y la contaminación. Muchas de las ciclovías están llenas de baches y coladeras. Las rutas no tienen continuidad: si vienes por Av. Chapultepec no hay forma de pasar la Glorieta de los Insurgentes, ni de cruzar Reforma y llegar a Polanco. Al pasar Álvaro Obregón la ciclovía de Insurgentes se acaba. Otras ciclovías han sido retiradas, como son el caso de Leibnitz y Mariano Escobedo y el número de kilómetros de ciclovías sigue siendo ínfimo para el tamaño de la ciudad; Bogotá tiene casi el doble. Con todo lo difícil que es andar en vehículos no motorizados en la CDMX, lo más peligroso se ha vuelto el caos generado por las motocicletas.

Entre 2017 y 2022 el parque vehicular de motocicletas se triplicó; de 160 mil unidades a 528 mil. Esto es evidente de constatar. Todos los días ando en las ciclovías de la CDMX y todos los días, sin excepción, me encuentro con motocicletas utilizando el carril exclusivo. Es evidente que muchos motociclistas asumen que las reglas de tránsito no aplican para ellos; algo de razón tienen, el reglamento sí les aplica, pero nunca se los aplican. Las motos entran impunemente al carril del metrobús o al de las bicicletas para evitar el tráfico, zigzaguean entre un carril y otro, andan en las banquetas o en sentido contrario, y sobre todo -casi inevitablemente- se pasan los semáforos.

El peligro de que los motociclistas violen las reglas de tránsito siempre es mayor para el peatón o el ciclista, pero también representa un riesgo para los propios conductores de motos. El año pasado, 4 de cada 10 muertes en accidentes de tránsito fueron motociclistas. En respuesta, el gobierno de la CDMX empezó un programa en el que les solicitan pasar exámenes para obtener su licencia. El programa ayuda, pero no atiende el fondo del problema; la impunidad.

Lo irónico es que las asociaciones de motociclistas también están solicitando, y con razón, medidas de protección para ellos, ante los coches. El tema no se trata de quién tiene más culpa, como tantas cosas en México, éste es un tema de impunidad generalizada. Los coches agreden a las motos porque pueden. Las motos invaden el espacio público porque pueden y nadie hace nada. Si no hay consecuencias por infringir la ley, ¿cuál es el incentivo para guardar el orden?

Un tema adicional es el de las compañías de entrega a domicilio; Rappi, Didi, Uber. El aumento en el uso de motos se debe en parte a ellos. Lo adecuado sería que asumieran la responsabilidad de exigir a los motociclistas que cargan la imagen de su empresa a respetar la ley, pero estas empresas se han lavado las manos del hecho de que sus repartidores ponen en riesgo la vida de ciclistas, patinadores y peatones todos los días. ¿Qué hacen al respecto? El 26 de agosto de 2022 lancé la pregunta a Rappi a través de Twitter; sigo esperando su respuesta.

Infraccionar a los motociclistas es logísticamente complejo. Por ello se tiene que crear un modelo de infracción que no dependa de la presencia de policías. Teniendo uno de los sistemas de videovigilancia más amplios del mundo, la CDMX podría innovar en utilizar esas cámaras para infraccionar. Para ello, también se tiene que exigir placas más visibles y generar un registro digital de motociclistas.

Al final, el tema de las motos trasciende el tema del tránsito; el número de asaltos ejecutados con motocicletas está creciendo exponencialmente. Entre diciembre de 2018 y marzo de 2019 ocurrían 3.5 asaltos en motocicleta al día en la CDMX, es decir uno cada 7 horas; esas cifras refieren solo a los casos denunciados. ¿Qué fuerza policial persigue a un motociclista que haya cometido un asalto? ¿Quién controla los registros de motociclistas? ¿Cómo poder identificar uno de estos vehículos a la distancia? No es casualidad que el lamentable atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva y el asalto al Cine Tonalá hayan sido ejecutados en motocicletas.

De ninguna manera se trata de generar estigmas sobre los usuarios de las motocicletas. Como en todo, hay motociclistas que son respetuosos y siguen las reglas, pero para los muchos que no, se requieren controles. Al final, son los propios motociclistas los que más sufren las consecuencias de esto; diario mueren 1.4 motociclistas en la CDMX en accidentes de tránsito. La buena noticia es que las autoridades a cargo en la CDMX son competentes en estos temas. Andrés Lajous es un funcionario serio y sensible a estos temas; y la propia Claudia Sheinbaum ha hecho política pública para los transportes limpios. Urge garantizar la viabilidad de los vehículos no contaminantes. Urge generar una solución innovadora para poder garantizar la seguridad de todos los transeúntes antes de que esto se convierta en una crisis.

Analista político

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