Actualmente existimos muchos hombres y mujeres que hemos ganado conciencia sobre la clara relación entre el empoderamiento femenino y la economía. Y al hablar de ‘empoderamiento femenino’, no sólo alzo la voz por mantener viva la llama de la igualdad de género o por la demanda social que abre nuevos espacios para ellas, sino, por el enorme poder que el brazo femenino puede significar para la sinergia socioeconómica.

Desgraciadamente, a diario seguimos contemplando la existencia de lindantes donde la batalla es evidente; con baches de tipo jurídico, limitaciones al género dentro del sistema laboral y sobre todo, las enormes barreras de naturaleza financiera.

La bancarización en el país aún nos deja ver enormes brechas, con una población donde 53% de sus habitantes no tiene acceso a los servicios financieros más básicos, mismos que tampoco están pensados en las necesidades de la mujer.

Ante esta carencia, durante muchas décadas las mujeres han tenido un protagonismo reinante en los sistemas informales de microfinanzas, crédito y ahorro, como las famosas tandas o pirámides. Si bien se identifican como mecanismos poco estables e inseguros, han formado la base monetaria de muchos hogares mexicanos sostenidos por matriarcas. El mérito por buscar alternativas nunca se podría cuestionar, al contrario, pero la naturaleza de esos sistemas informales nunca ayudará a consolidar a la mujer mexicana como un eje de verdadera sustentabilidad.

El empoderamiento económico es un requisito indispensable para alcanzar la igualdad. El ingreso propio, bien remunerado y sostenido, facilita que las mujeres tengan acceso a herramientas financieras adecuadas para ejercer otros derechos que fortalezcan su libertad y toma de decisiones.

Hoy la sociedad no avanza a la velocidad que esta problemática demanda para cerrar brechas entre el género y el dinero. Por lo anterior, el sector financiero privado es quien puede acelerar con soluciones palpables, transformándose para conseguir un futuro más inclusivo. En la actualidad, las empresas de tecnología que brindan servicios financieros tienen la capacidad de ofrecer productos que respondan a las necesidades de cartera, que van mucho más allá de sólo abrir una cuenta bancaria.

El reporte Fintech Latinoamérica 2018 indica que las mujeres requieren acceso a créditos, instrumentos de ahorro, mecanismos de pago y seguros, entre otros, no dejando atrás el financiamiento para emprendimientos.

Los productos financieros libres de complejidad que dejen a un lado la burocracia pueden ofrecer alternativas que se adapten mejor a las necesidades de este sector que busca servicios más humanos, transparentes y eficientes, y mejor aún, si estos son diseñados por mujeres para mujeres.

Empoderar a los clientes y lograr que recuperen el control de su dinero es hoy una misión que toma más fuerza al pensarla como una particular vía de acción para las mujeres. La voz colectiva y la influencia de las mujeres en la toma de decisiones dentro del nuevo panorama financiero es una guía que debemos impulsar.

Según el informe “Fintech América Latina 2018, crecimiento y consolidación“, cerca de 35 % de los emprendimientos de tecnología financiera tiene una mujer como fundadora o parte del equipo fundador, muy por encima del promedio mundial, estimado en 7 %. Nubank es prueba de ello, al contar con Cristina Junqueira como una de nuestras fundadoras.

Actualmente, 42 % de todos nuestros colaboradores son mujeres pero, aún más importante, ellas ocupan casi 40 % de las posiciones de liderazgo dentro de nuestra empresa. Además, existen planes activos para que en los próximos años esta cifra se equilibre aún más.

Invertir en el empoderamiento económico de las mujeres contribuye directamente a la igualdad de género, la erradicación de la pobreza y el crecimiento de la economía global.

Country manager de Nu México

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