Llevo muchas semanas siguiendo las novedades del movimiento trans y sus implicaciones para la sociedad convencional. Es un desmadre. En su afán por pertenencia e inclusión, el movimiento ha impuesto sus propios conceptos y definiciones de genero causando caos, enojo e insultos por doquier, al tiempo que amenazan a cualquier persona que se oponga o cuestione sus afirmaciones. Es de aquí que surge el termino TERF (o Terfa, en espanol): Trans Exclusionary Radical Feminist, una palabra peyorativa, agresiva e insultante que se aplica a mujeres biológicas para quienes una persona que nació varón y alcanzó la pubertad como tal, no puede ser “mujer”. Las más famosas son J.K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter y, Martina Navratilova, brujas contemporáneas quienes deberían arder en hoguera pública. Y es que no es cuestión de pronombres y baños. En los deportes, por ejemplo, la diferencia anatómica entre hombres y mujeres (sea cual fuese su identidad de género), es indiscutible por lo que cualquier tipo de competencia se vuelve absurda. ¿Como concursar contra alguien cuya musculatura, velocidad y estamina son por naturaleza “mas”? Afortunadamente, varias de las organizaciones deportivas internacionales (ciclismo, atletismo, natación, rugby), han ya prohibido la participación de mujeres trans que hayan pasado por la pubertad o cirugía después de los 12 años. Un enorme adelanto.

Pero más allá del deporte, lo que me enoja sobre manera es el hecho de que me digan en que consiste ser mujer, lo que me falta, lo que me sobra y, más todavía cuando estas definiciones y fantasías provienen de alguien quien alguna vez fue hombre. Esta el caso de Dylan Mulvaney, por ejemplo, cotizade influencer con más de 10 millones de seguidores en TikTok, quien anuncia brassieres deportivos para Nike (no es broma), maquillaje Maybelline, Bud Light y, da conferencias de feminidad al ritmo de cuarentaytantos mil dólares por plática. Tiene 26 años y que gusto que le esté yendo bien, pero que injusto para los millones de mujeres quienes no hemos dejado de ser ciudadanos de segunda. Miss Holanda 2023, Rikkie Valerie Kolle, es transgénero. WTF. Yo apoyo cien por ciento la inclusión, estoy segura de que hay lugar para todes, pero no a costa de los derechos y alcances que con tanto trabajo y sacrificio hemos ido ganando las mujeres a lo largo de los años. Y es que eso es precisamente lo que está pasando. Igualito que con patriarcado, pero desde el mismo bando y por las malas. Los círculos académicos dándose de topes contra la pared, intentando procesar las ideas antifeministas que surgen a partir de la ideología trans contemporánea. Que alguien me explique.

Pero lo que realmente me preocupa es el legado que estos años dejaran en los jóvenes y jovencitas menores de edad que sienten estar en el cuerpo equivocado, el papel de sus padres y la ENORME responsabilidad que habrá implicado tomar decisiones drásticas a estas alturas del partido. Si bien la identidad sexual se proyecta desde muy temprano en la vida, no sucede lo mismo con la identidad de género; en la adolescencia la hormona es la que manda seguida de cerca por confusión, contradicción, temor y terquedad. Qué difícil para todos navegar un terreno desconocido y hostil. ¿Y quién sabe? Tal vez estos años serán juzgados por la historia como los 80s y la comunidad gay, una apertura al mundo en busca de comprensión, apoyo y aceptación. Solo el tiempo lo dirá.

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