Algo que nos distingue del resto de los seres vivientes es nuestro desarrollado cerebro. Se usa. No se usa. Ahí está, metido en la cabeza. Allí se coordina nuestra existencia. Pensamientos, movimientos conscientes e inconscientes, la vida misma. Sabemos también que es en esa parte del cuerpo por donde transitan reglas y normas sociales que ayudan a la convivencia. Yo me pregunto: La empatía, la paciencia, la tolerancia, ¿ahí viven? Y si no, ¿de dónde vienen? ¿Son sentimientos? ¿Conceptos filosóficos? ¿Psicológicos? Son acaso producto de conclusiones mentales basadas en experiencia y mezclados con genética? ¿Superpoderes innatos? Los teóricos de estas artes consideran la empatía como una herramienta moral adquirida a la cual yo sumaría paciencia y tolerancia. Estas tres gracias debiesen ser parte del currículum escolar, cursos de capacitación en oficinas y fábricas, aparecer en espectaculares, hacerse presentes por todos lados ayudando a hacer a un lado el cinismo e individualismo exacerbados de nuestros tiempos. Viviríamos mucho mejor. Según Hoffman (1992), la empatía es "una respuesta afectiva más acorde con la situación del otro que con uno mismo”, ponerse en los zapatos del otro, caminar un ratito, ¿qué se siente?; la tolerancia, por otro lado, implica respeto íntegro hacia el otro. La paciencia, dice Aristóteles, “es aquella que permite al individuo sobreponerse a las emociones fuertes generadas por las desgracias o aflicciones” (Wiki).

Si bien cada cabeza es un mundo, la sociedad se forma a partir de relaciones interpersonales bajo una serie de reglas y objetivos que comparten metas, alianzas y todo tipo de elementos que garanticen su buen funcionamiento. Pero sin respeto, no hay nada. Este valor adquirido se puede definir como “la consideración hacia otras personas, ideas o instituciones” (). Un ejemplo sencillo: Quedo con alguien. Empieza a hacerse tarde. No sé nada y me preocupo. Si bien mi empatía y tolerancia para con este tipo de situaciones es desbordante, mi paciencia si tiene límites. Una llamada a tiempo o un mensaje de texto implica que la persona es cuestión respeta mi tiempo, mis planes, se ha puesto en mi lugar y tiene el sentido común necesario para evitar malentendidos. Fácil y rápido. La cosa es ser congruente, hacer lo que se dice, practicar el comportamiento y no solo aprender la teoría. Otros valores por considerar son honestidad, responsabilidad, gratitud, hay más.

Sócrates, Platón, Aristóteles, ¿alguien se acuerda de ellos? El primero fue maestro del segundo quien, a su vez, fue maestro del tercero y fue este último, Aristóteles, el primero en utilizar el concepto de ética Como ¿Qué pensarían del mundo en que vivimos? Olvídense de la medicina, la ingeniería, la longevidad, el transporte, todo lo que nos rodea y se pude tocar. ¿Cuál sería la discusión en torno a la comunicación digitalizada? Después de todo es la manera más frecuente de interacción de nuestros días, entre el WhatsApp, Facebook, Instagram, X; zoom, Skype, teams. Apps para todo: música, video, super, farmacia, ocio, restaurantes, acompañantes. Contacto con otro ser humano: cero. Sería una dialogo acalorado, inconcluso, infinito. Hasta la mejor disposición tiene malos días por lo que no tratar con el prójimo puede ser, de hecho, una bendición.

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