Horrible lo del Titan. Horrible. Visitando el Titanic. La ironía. Algunos escombros se encontraron a poco más de 500 mts del navío que desde hace más de un siglo se convirtió en cementerio submarino. 1500 vidas, más cinco. Un sitio sagrado en el fondo del mar. Recuerdo la transmisión en vivo de su descubrimiento y lo impactante que fue. Se aclararon dudas, se comprobaron teorías, pasaron los años y que si la película, que si la exhibición. Pero no pudimos dejarlo en paz y, olvidando la tragedia real, la curiosidad pasó a ser morbo y de allí a atracción turística disfrazada de “conocimiento” e “investigación”. Me enoja. Dejemos en paz al Titanic y las casi 1500 almas que allí reposan. Respetemos. Al mismo tiempo, me duele mucho el caso de Shahzada y Suleman Dawood, padre e hijo en la aventura de sus vidas. Pienso en la pesadilla por la que debe estar pasando su familia y el menudo consuelo de que no sufrieron. El contacto se perdió a escasos 45 minutos de lo que debiese haber sido un descenso de dos horas. Sentados en el piso, con tres pequeños monitores y una ‘ventana’ al fondo del océano. No sé bien ni qué sentir. Lo que es innegable es que, al igual que la primera vez, al ser humano se le olvidó que el ser “pensantes” no significa ser invencibles ni superiores, la naturaleza tiene reglas de espacio y tiempo que nosotr@s, saciando una curiosidad innata, hemos ido descubriendo y formulando en nombre del progreso, la ciencia y la evolución. Rompe las reglas, atente a las consecuencias. Según leí, la palabra muerte aparece tres veces en la primera hoja el contrato de viaje que los exploradores firmaron antes de zarpar. A veces me pregunto cuál es el afán de realizar este tipo de expediciones cuando hay tanto que hacer en la superficie del planeta.

Y es que somos tan necios. Yo, como el hijo del capitánTrueno: Veo el océano y no sé, tan increíblemente grande y tan inmenso, tan respetable que no navegaré; prefiero volar alto y mirar las estrellas. Richard Branson, el multimillonario británico, anunció el pasado miércoles que los vuelos al espacio de Virgin Galactic, su empresa, estarán abiertos al público a partir del fin de este mes. Pésimo timing, si me preguntan, aunque otro mercado. El primer vuelo tendrá fines científicos, los subsecuentes turísticos. Su compañía ha vendido hasta ahora 800 plazas a personas interesadas en volar 80 kilómetros hacia arriba de la tierra, observar el paisaje, sentir la falta de gravedad durante algunos segundos y regresar. No olvido la imagen del Challenger hace casi 40 anos, mas no es impedimento: Yo iría feliz si tan solo tuviera $450,000 dólares para pagar el boleto. Con algo de suerte vería también estrellas fugaces, cometas, satélites y, por qué no? algún objeto volador no identificable. Pero son sueños guajiros con .095% de probabilidad ya que yo no tengo ese espíritu que tiene el auténtico explorador, soy feliz con el turibus y un mapa que me cueste trabajo leer. Historias felices las de Cristóbal Colón, James Cook, Jacques Cousteau, por supuesto. En cambio, Robert F Scott y sus cuatro compañeros llegaron al Polo Sur y no regresaron. Sockton Rush, CEO de OceanGate, organizadores de la travesía, y tripulante del Titan, tuvo el espíritu y dinero suficientes para alcanzar su sueño. En entrevista reciente afirmó que le gustaria ser recordado como un innovador a quien le gustaba romper las reglas. Conocemos el resultado. Ya la historia decidirá.


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