Hace algunos años Santa Claus me trajo la octava edición del Oxford Dictionary of Quotations (2014), de esos regalos que no dejan de dar y que me ha agasajado con horas y horas de sano entretenimiento, a la vez que practico mi inglés. Me gusta abrir sus páginas al azar y ver si puedo encontrar algo aplicable a mi día, semana, o experiencia de vida. No son precisamente afirmaciones pero tampoco frases motivacionales, creo más bien las utilizo según la ocasión. Con eso de que el año apenas comienza, ¿qué mejor que una variedad de alternativas para lo que pudiese depararnos este 2025? Pero mi plan cambió después del primer encuentro sorpresa con las citas citables: Página 321, de la película La Mosca (1986) escrita por David Cronenberg y con Jeff Goldblum en el papel principal, Be afraid. Be very afraid. No sé si fue ironía, mala suerte o karma, pero la idea de empezar así el año ni siquiera viene al caso. Estoy perfectamente consciente de la situación actual en el mundo, pero de nada va a servirle a nadie que cunda el pánico. Ya veremos qué hacer cuando pase lo que tenga que pasar.
Me provoca ansiedad el día 20 –creo que literalmente a todo el mundo– pero nada qué hacer al respecto. Un equipo de gente rara encabezada oficialmente por Donald Trump y seguido muy de cerca (hasta ahora) por Elon Musk. Nos guste o no, esto es algo que influye a nivel global y siento que lo que más temor me da no es la amenaza de una tercera guerra mundial en pleno, sino las pocas oportunidades que están dando para ayudar al planeta, por ejemplo. Aquí radica el verdadero peligro. Todos y todas quieren rebanada de pastel, pero nadie hace nada, los gobiernos prometen a sabiendas de que no cumplirán su palabra, las organizaciones que se encargan de estas cosas son de risa, han perdido respeto, autoridad y ya mejor ni le sigo porque prefiero buscar algo positivo antes de caer en la frustración. A veces el panorama se ve muy negro y no es por el smog, sin embargo, le pongo buena cara al mal tiempo y sigo mi vida. Pero soy preocupona por naturaleza, para qué negarlo. No tengo ni idea de cuál es mi huella de carbono, pero me angustia la cantidad de material reciclable que se produce diariamente en mi casa. Me siento culpable cuando tiro plásticos (duran eternamente), si compro una camiseta fabricada en algún país del tercer mundo (trabajo ilegal/infantil), si bebo con popote (se atora en animales marinos y voladores/saca arrugas).
Entonces, ¿cómo replantearse un futuro incierto, dramático, difícil de imaginar? Página 323, de la película Forrest Gump (1994), basada en la novela de Winston Groom y estelarizada por Tom Hanks: La vida es como una caja de chocolates, nunca sabes lo que te va a tocar. Y aun así no hay por qué sentirse con las manos atadas. En esta modernidad que vivimos las cajas de chocolate vienen con foto y explicación en la parte trasera: praliné, con licor de cereza, de naranja, blanco, leche con almendras, avellanas, 90% cacao; lo importante es fijarse bien y actuar como corresponde. Lo mismo con las cajas de galletas surtidas. Y por la misma razón estar preparados: a escuchar, a pensarlo dos veces, vamos, si sé que no me gusta el chocolate amargo ¿por qué habría de escoger uno? Sé lo que me gusta, lo que no, no me van a convencer de lo contrario. ¿Y si para mi mala suerte apareciese uno de ellos debajo de una brillante envoltura? Habrá que escupirlo y a la basura, aunque se enoje Carreño.