Qué lío. Él dice que se enamoró, ella que fue objeto de grooming. Fuera de las comunicaciones oficiales y twits, yo no conozco los detalles y con lo que sé es más que suficiente, pero seguro me enteraré de todo, quiera o no, una vez que empiece el proceso en Tribunales. Qué necedad. Yo seguía en México cuando todo ocurrió esto y mi novio de entonces trabajaba con él, por lo que socializamos juntos algunas veces. A ella no la llegué a tratar, pero sé que una vez terminado el asunto del que trato en esta columna, ella le tiró la onda a aquel novio mío -ya para entonces mi ex quien, por cierto, me llevaba 6 años. Hay mujeres que prefieren a los maduritos por la razón que sea. No quisiera tomar partido pero es difícil. Él siempre fue respetuoso, atento, hicimos un par de proyectos juntos que no llegaron a ningún lado pero siempre fue profesional. Ella, por su lado, con problemas familiares, una carrera exitosa, joven y confundida. Me identifico totalmente. Pero, una cosa es tener sexo con menores por medio de la seducción y otra muy distinta el grooming; en ambos casos se comete el delito de estupro y, ninguno se limita a cuarentones en crisis ni a viejos verdes a quienes se les seca el cerebro y pareciera que solo pueden pensar con el pene.

El grooming comenzó como un crimen generalmente cibernético en donde adultos se hacen pasar por niñ@s, entablan amistad con menores que ganan su confianza poco a poco por medio del acoso, la persuasión y el convencimiento. Ahora el término se aplica también en casos de tráfico de personas, como el del fallecido Jeffrey Epstein. El fin, por supuesto, es sexual ya sean fotos, contacto físico y/o algún intercambio de material para subir a las redes de pedófilos. Seducción, por otro lado, es también persuasión y convencimiento pero por medio de palabras lindas, chocolates, piropos, de la misma manera el objetivo también es sexo aunque no necesariamente con un@ menor.

Don Juan Tenorio. Leonardo di Caprio. La diferencia es sutil pero importante. La seducción es por las buenas, con atenciones, llamadas clave, rollos. Es y no es a la fuerza. Es un coco wash. A los 17 y muy ingenua conocí a un hombre de mundo de 25. Hice cosas y tuve actitudes que iban en contra de mis principios, que marcaron mi vida, me dolieron, que todavía recuerdo y me tomó mucho tiempo superar. Pleitos con mis padres, consejos de amig@s ignorados, yo necia. Dolor, culpa, confusión. El día que abrí los ojos, decidí acusar legalmente a este hombrecillo. Pero las consecuencias reales e imaginarias tuvieron mayor peso. Estaba convencida de que mi padre al enterarse le metería un plomazo antes de llegar a juicio y preferí no hacer nada. He seguido adelante con mi vida con todo y a pesar de. La venganza es dulce pero con los años he aprendido que hay que escoger bien las batallas.

Existe en la terapia psicodinámica una pregunta clave “¿Para qué?”, y es lo que yo me pregunto en el caso de esta demanda. Han pasado más de treinta años. A estas alturas, ¿cuál es el objeto? ¿Para qué involucrar a tantas personas que mejor desearían por la razón que sea olvidar todo el numerito? Lo que sucedió entre el hombre y la niña fue mala idea desde el principio. Pero ¿Grooming? ¿En serio? ¿No sería mejor sanar las heridas en privado, con la ayuda de un@ buen@ mediador@? ¿Para qué meterse en líos legales que, además, no estoy segura si proceden? Porque yo pediría una segunda opinión.

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