Solía pasar exactamente a las 02:45. Como en la canción de Billy Joel, me quedaba dormida en el sillón frente a la televisión prendida, de pronto abría los ojos y, al mirar el teléfono siempre los mismos números brillando en la obscuridad. Era algo inconveniente, sí, pero no causaba mayor problema ni en ese momento ni al día siguiente porque al darme cuenta de lo sucedido caminaba directamente a la cama en donde caía como tronco durante varias horas más. Era una poltrona comodísima así que más fácil echarle la culpa al mobiliario que a algún tipo de trastorno de en mis patrones de sueño. Entonces, me mude de casa. Me quede sin sofá ni televisión, pero con noches largas y tranquilas, en mi cama, abrazada por Morfeo. El gusto me duro poco. Empecé a despertar cada vez más y más temprano hasta que, vencida por el cansancio, retomé sin querer la mala mana de quedarme dormida en el sillón. Y luego vino el cambio de horario y no me refiero al de invierno. El problema es, despertar diariamente a las 03:45 de la mañana en lo que para fines prácticos es la media noche y, no poder volver a cerrar los ojos. Sin torticulis, frio, calor o vejiga llena. Como búho. Como vampiro. Como la Llorona.

Algo había oído de esto en algún lado, sé que no soy la única. Lo que no conocía eran los distintos significados que se le otorgan a este extraño horario. Se ha descubierto que en los siglos XVIII y principios del IXX, el despertar a medianoche era tan normal que la gente se reunía a pasar un par de horas nocturnas en compañía. Los musulmanes y algunos seguidores del hinduismo otorgan a estas horas poderes divinos y, afirman que es el mejor momento para el alma para ponerse en contacto con el ser supremo. Le llaman Tahajud. En la India lleva el nombre de Brahma Muhurat. Los cristianos, por el contrario y para variar, consideran que las primeras horas de la mañana –de 03:00 a 04:00 en particular- son de mal agüero ya que es entonces que demonios, brujas y fantasmas tienen mayor fuerza e influencia sobre nosotros los mortales; es el momento en que la división entre el bien y el mal se aprecia más borrosa, cuando sentimos que nos jalan los pies. Yo me quedo con la explicación lógica y coherente de: la científica.

El cuerpo humano necesita un número determinado de horas-sueno para funcionar adecuadamente y, existen varios patrones a los que se adapta el organismo. Aparentemente el mío es un patrón bifásico en donde mi sueño se repara a intervalos de más o menos 4 horas. Así, como gato, me puedo dar el lujo de dormir poco durante la noche siempre y cuando recargue energía a través de siestas, lo cual se vuelve muy conveniente al considerar que vivo en España y en ese aspecto los horarios sociales son bastante flexibles. Pero no es el plan. Reconozco que son ya varios meses en que me toca ver el amanecer y la salida del sol en esos tonos rosas y naranjas en los que se convierte el cielo y, me encanta; me convierte en testigo del comienzo de un nuevo día en todo su esplendor. Me gusta observar cómo la vida va tomando forma. Se apagan los faroles y todo se va dando como debe de ser.

No obstante, la vida fluye con la luz, no en la obscuridad. Ser avecilla nocturna tiene muchas desventajas y honestamente preferiría que mis sueno se realizara sin interrupciones de duendes latosos que no dejan a un@ descansar. Sería mucho más fácil y practico. Gastaría menos en corrector de ojeras.

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