Que triste es el desamor, “...un estado emocional que aparece cuando se termina una relación de pareja...Un proceso de desvinculación con la otra persona que es necesario para afrontar un nuevo futuro" (). Lo anterior viene al caso porque el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau y su esposa, Sophie Gregoire Trudeau, se separan después de 18 años y tres hijos, una noticia lamentable bajo cualquier circunstancia, más aun cuando se está en el medio del ojo público. Son pocos los detalles que se conocen –la familia ha pedido respeto en estos días difíciles- pero lo que parece ser seguro es que ella no vivirá más en el hogar familiar pero estará presente cuando al primer ministro se le complique el día en el trabajo, salga de viaje o tenga cenas importantes con lideres del mundo; ya irán saliendo los trapitos al aire y se tomará partido Está por demás decir que no conozco a la pareja en cuestión, pero sé de muchos casos similares y habiendo pasado por ello, es algo que no le deseo a nadie. Un buen día te das cuenta que el desamor, ya instalado en la relación, poco a poco ha ido cambiando los conceptos e ideas de la otra persona, los planes, las opiniones, hasta que llega el momento en que lo que uno siente ya no es amor. Dejan de existir el apoyo mutuo, la confianza, el respeto, las ganas de estar con es@ extrañ@ a quien algún día juramos amor eterno. Como cantan Earth, Wind and Fire “After the love is gone, what used to be right is wrong”.

Los expertos opinan que son cinco las etapas del desamor: confusión, enojo y tristeza, culpa, aceptación y recuperación. Cuánto dura cada una es cuestión personal. Yo pasé por todas las etapas y en mi caso la recuperación fue el proceso más largo, pero también el más liberador. Poco a poco fui redescubriendo a la persona que quedó perdida en algún lugar del camino y no dejo de sorprenderme. Y es que la soltería tiene sus ventajas. Muchas. El chiste es aceptarla, adoptarla y abrazarla de tal manera que la falta de compañía no sea un impedimento para hacer lo que a uno le gusta hacer sin preocuparse por quedar bien o el qué dirán. Lo que es muy importante, creo yo, es recordar que el príncipe azul (o la princesa encantada) no va a aparecer en esas escapadas a comer o cenar en lugares públicos, ni en la playa, el lago, el café. El príncipe azul está por demás. La cosa es dar el paso en donde uno dice “Mesa para uno” sin pena vergüenza o duda y admitir que el cine se ve mejor sin tener que compartir las palomitas. George Bernard Shaw afirma que “El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia de la humanidad”. Así, el desamor no puede ser otra cosa que eso, esa sensación de no importar, no participar, no ser tomado en cuenta, no sentirse querid@, desapego total.

¿Y dónde queda el amor? Existen autores que lo definen como una emoción, otros como un sentimiento. Están también quienes insisten en que el amor no es más que un intercambio de químicos en el cerebro. Lo cierto es que es imposible explicar a ciencia cierta esta cosa que ofusca el cerebro y que los románticos insisten puede sobrevivir por sí sola (aunque en el fondo estén conscientes que no es verdad). Yo lo que sé es que la palabra proviene del latín y que existen tantos tipos como colores en el arcoíris, vamos, si los griegos no pudieron ponerse de acuerdo, ¿qué nos queda? Amor propio, el principal.

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